El polvo salia en grandes nubes por las ventanas de la mansión, las sabanas blancas y los manteles finos bailaban con el viento otoñal, envueltos en el ambiente placentero que empezaba a cubría la propiedad Millen. Que gozo tan grande se comenzaba a ver por todos lados, y todo gracias a los preparativos del regreso de su propietario. La señora Millen, siendo tan meticulosa y estricta como es, amaba hacer planes y banquetes, un deleite que ahora se le presentaba. La lista de invitados siempre era dirigida a funcionarios de altos cargos políticos, comerciantes de renombre y la más exquisita selección de familias nobles, era por tanto una de esas hermosas ocasiones que la señora Millen sacaba a relucir sus buenos gusto y su elegante administración.
Las ordenes iban y venían contra reloj después de que el conde Millen mandara una carta de pocas paginas anunciando su pronto regreso; no era para menos los preparativo, el conde se había ausentado por dos semanas, aunque se esperaba que fuera un mes completo el de su ausencia. Todos estaban llenos de agitación y prisa, todos menos la joven de ojos esmeralda, que como siempre andaba a su antojo por los pasillos. No duraba mucho tiempo en un lugar corrompido por los preparativos, lo evitaba durando horas en los rincones mas inhóspito de la mansión, sumergida en su meditación. Mas de un criado pensó que de las habitaciones bacías emanaba una sutil corriente de aire que arrastraba un sutil olor a amapola. No le dieron mucha importancia para hacer el comentario en voz alta, pero secretamente pasaban por esas habitación solo para poder llenarse los pulmones con el aire cálmate.
-Mmm. Que desperdicio de energía- se quejaba Pereza al pasar una criada a su lado llevando una pila de platos de porcelana.- esta atmósfera es repugnante.
La criada se detuvo ante una puerta cerrada, la miro por un momento e inhalo, una sutil sonrisa se dibujo en sus labios y continuo su camino murmurando "que fresco esta ese cuarto" Pereza vio d reojo a la insidiosa puerta cerrada y luego a la criada que ya se alejaba. Resoplo tan fuerte que los cabellos que le caían en la frente despejaron su rostro.
-Todo porque el "diligente" regresa más temprano de lo previsto ¡absurdo!... y esa mujer no a dejado ver su cara. No esta holgazaneando eso es seguro, porque si fuera así yo ya fuera sentido el perezoso ambiente ¿ Estará rezando?
La curiosidad de Pereza la carcomía desde hace días; su ultimo encuentro con Luna termino de una forma muy tosca y victoriosa a favor de la joven. No se lo perdonaría tan fácilmente. También estaba el hecho de que no solo la podía ver a ella, sus hermanas le eran perfectamente visibles, aunque Soberbia, Gula, Ira, Lujuria y Avaricia seguían ajenas a este punto, solo Envidia lo había adivinado, pero ella evitaba siempre a Pereza. Desde el día que vio a Luna y a Envidia discutir no volvió a hablar con su hermana.
Se deslizo sigilosamente como el viento por la puerta, materializándose por tiras de viento del otro lado, las luz estaba a medias, y el cuarto cálido, trato de ver quera los que se encontraba ahí pero la tenue luz le dificultaba el trabajo. Un murmullo suave se escucho cambiando bruscamente a un fuerte aleteo, el viento feroz envolvió a Pereza dificultándole aun más el campo de visión, y de un momento a otro ella estaba siendo arrojada por la ventana (antes cerrada) y cayó entre los rosales; apenas se dio cuenta de lo que le había sucedido la ventana por donde había sido expulsada se cerró cuidadosamente.
-¡Que grosera! Solo quería ver que estaba haciendo encerrada ahí ¡Espero que te quedes calva de tanto estrés!
Se sacudió las hojas en su maraña de cabello mientras se alejabas a grandes zancadas. Los ojos esmeralda se abrieron en cuanto la presencia de Pereza desapareció. De las Siete Hermanas Pereza era la mas persistente, pero no la mas inteligente, era por lo tanto la mas fácil de esquivar. Alguien se acercaba, y esta vez iba a ser difícil de deshacerse de este invitado no deseado. Luna suspiro, dejo el libro del peregrino sobre su regazo y se dispuso a recibir a la señora Millen.
-Sabia que estabas holgazaneando aquí, gitana. No tienes ni un poco de vergüenza de que no muevas un solo dedo para preparar la bienvenida de quien te a tendido la mano.- antes que Luna pudiera responder la señora Millen continuo.- No. eres demasiado desagradecida para ello.
-Si eso es todo lo que quería decirme entonces puede marcharse. Estoy en la hora de mi meditación.
-¿Rezas? ¿esa es la escusa?
-Si quiere ver la verdad como una excusa para no involucrarme en el espectáculo que quiere montar para el conde Millen es libre de verlo así.
-Se acabo. Estoy cansada de tu insolencia niña maleducada.- La tomo por el brazo y la puso a su altura.- Te quiero fuera de esta propiedad antes que caiga el sol. Ya has abusado bastante de nuestra hospitalidad ¿y que hemos recibido a cambio? Te diré que hemos recibido a cambio: problemas e insultos. Te la pasa entre los criados esparciendo la discordia para con sus superiores, inventas excusas absurdas como "reza" "leer" "meditar" para evitar ayudar con las cosas de la mansión. Eres...
Los ojos ardían en un fuego verde casi imperceptibles que le corto el hilo del discurso a la señora Millen por un momento, el suficiente para que Luna calmara su sangre. Un bufido que solo la joven oyó fue el que rompió la breve tensión.
-Charloth, Charloth, Charloth ¿le tienes miedo a una niña recogida? ¿acaso tu no eres mas que ella para dejarte tratar así? como que estas perdiendo los papeles.
-Eres... una recogida.- Finalizó.
Luna cerro los ojos por un momento. Había podido ignorar a la mayoría de las Siete Hermanas desde que llego a la mansión, pero con la ausencia prolongada del conde este plan ya era casi insostenible. Primero Envidia, luego Pereza, y ahora Ira... las cosas se estaban poniendo complicadas para sus momentos de meditación. Un segundo tardo en recuperar la calma.
-Con mis más sinceros respetos señora Millen, debo decirle que no he descuidado la parte que me corresponde en esta mansión desde mi llegada. Recuerde que soy una invitada del conde Millen, no una criada más. Pero no se preocupe, que dejare pasar este incidente, así usted no tendrá la penosa situación de explicarle al conde su comportamiento con los criados y conmigo.
-¿Me estas chantajeado?
-Al contrario, solo le estoy diciendo como se ve esta incomoda situación. Haré como si no paso nada y usted hará lo mismo. No hay necesidad de preocupar al conde Millen con estos enfrentamientos. Solo le digo...- Pauso para sentir la reacción de Ira. Desprecio fue lo que sintió.- que usted es una mujer de temple admirable, no deje que las preparaciones del banquete la haga perder la postura como acaba de ocurrir. Si me disculpa, debo ir a otro lado.
La palabras causaron el efecto deseado, Charloth Millen bajo la guardia como si despertara de un sueño, pero este le dejo secuelas de vergüenza. Luna atravesaba el umbra cuando escucho decir.
-Pequeña hippie, eres buenas con las palabras pero esto es solo el comienzo. Te quiero fuera de aqui "pacificadora"
¿Cuanto tardaría Ira en efectuar su siguiente movimiento?
Pues, no mucho, ella siempre es impulsiva. Trato de alterar a Luna haciendo que un criado vertiera todo el café negro en el librito de oraciones que le había prestado el conde. Fracaso. En ves de enfadarse ayudo a limpiar el desastre y despacho al criado informando que ella se tomo todo el café negro, que ya no le mandaran más. Ira pensó mejor su siguiente movimiento, convenció a la cocinera que el mensajero le había traído las peores verduras del mercado solo porque era perezoso para escoger hortalizas, fue tanta la conmoción que la joven se vio involucrada; la cocinera le arrojo todas las ollas al pobre hombre, varias de ellas fueron a golpear a Luna, pero esta con la mayor facilidad del mundo calmo la disputa. Ira comenzó a impacientarse, lleno de ideas de infidelidad al explosivo carpintero haciéndolo confrontar a su mujer (una criada de la mansión) y al mayordomo; esta vez no fueron ollas las que volaron sino golpes y patadas, dos hombres trataron de detenerlo pero su cólera lo hacia cinco veces mas fuerte de lo que era, Ira se aseguro que la rabia lo segara y lo ensordeciera para no ver a quien golpeaba y menos oír a Luna. Esta ultima tomo medidas drásticas ya que esta situación iba seguir si no le ponía un alto a Ira, se interpuso entre el carpintero y el mayordomo y sujeto el rostro del encolerizado a nivelando con el suyo.
-¡Ya vasta! Estas arrastrando a gente inocente en este torbellino de caos.- Y deliberadamente fulmino a Ira con la mirada.- es inútil. Rindete ya.
Ira, perpleja, rompió toda su influenciar sombre el carpintero y este se calmo al instante. Luna lo convenció que todo fue un mal entendido, y aunque todos supiera que era una mentira, la forma tan convincente en que expresaba las palabras era un deleite oírla ¡Que buena seria miente esta niña! pensó Ira. Cuando todos se fueron- el carpintero con su mujer ya reconciliados, y el mayordomo con los dos criados- Luna se enfrento a Ira.
-Tu... me puedes ver?
Luna no respondió, estaba molesta por la frialdad con la que Ira formulo la pregunta. Eso no era lo importante.
-Tu, hippie ¿puedes verme? entonces Pereza no estaba delirando. Loca esa.
La sangre fría de Luna comenzó a hervir. Era pertinente alejarse de Ira lo mas rápido posible. Ira no tardo mucho en darse cuenta de la intención de la joven.
-Oh no. Tu no te vas hippie.
-Claro que me voy. No quiero estar cerca de ti, eres una plaga que contamina el alma.
-Que boquita la tuya. Así no le hablas a esos humanos ¿eres acaso una criatura divina para hablarme de esa manera?
-Soy humana, plaga, y te trato como mereces ser tratada.
Ira sonrió mordazmente.
-¿Eso es enojo lo que oigo en tu voz?
Claro que era enojo, Ira la había seguido todo el día llenandola e involucrandola en problemas. Era mas que normal que algo de ella se le pegara. Luna respiro hondo y cerro los ojos, recordó lo que una vez leído, una frase que le quedo. Recito una y otra vez "la ira es un veneno que uno toma esperando que muera el otro" abrió los ojos y el fuego verde que antes ardía ahora era de nuevo una fría esmeralda.
-Tienes razón, me descontrole por un momento, pero aun así no perderé contra alguien volátil como tu. Ya que no tengo tiempo que perder porque el Elegido se aproxima y debo recibirlo como se merece.
-Oh no, tu no te vas, ya te lo he dicho. Tu y yo tenemos que hablar seriamente.
-Cuando la cólera se enfrié.- Desafió Luna
Un movimiento brusco de muñeca de Ira hizo que las raíces del árbol se levantaran e inmovilizaran a Luna.
-No debiste haber dicho eso.- Un movimiento mas dio con su mano y las raíces apretaron mas el fino cuerpo.- sabes, por un momento realmente creí que esto podía ser divertido, pero eres una amenaza para el caos, así que es mejor que dejes de respirar.
Las rices comenzaron a unirse de nuevo, y un torbellino de hojas se arremolino, haciendo pedazos las raíces. Trozos de madera impactaron en Ira, haciéndola rechinar sus dientes blancos.
-¿Crees que sera fácil lograrlo? No sabia que eras ingenua.
-Así que tu dominas el viento, hippie, no me sorprende.
Ira se arrogo contra Luna hundiéndola en el lago, riñeron un buen rato hasta que Ira hablo.
-Si eres humana no duraras mucho aquí abajo, solo los espíritus y las criaturas marinas puede ¿cuanto tiempo crees que tomara antes que tus pulmones se llenen de agua, gitana?
Luna se debatió pero ya perdía sus fuerza. Las ultimas burbujas de aire se escaparon por la nariz ¿cuanto había pasado forcejeando con Ira debajo del agua? pudieron ser de segundo a minutos, tal vez fuera mas, lo cierto es que no tenia noción del tiempo, y eso siempre es una mala señal. Vio a Ira sonriendo victoriosa y alejándose, de las Siete Hermanas Ira era seguramente la que menos se imaginaba en esta situación. Parpadeo suavemente dos veces admirando el paisaje de su muerte, la sensación de flotación, las ligeras corrientes de agua, los rayos del sol filtrados por la película de agua, las lineas ondulantes negras y rojas que la rodeaban como hermosas cintas de terciopelo, y la fría sensación de desvanecimiento. Por ultimo vio sus muñecas, estaban desgarradas y de ellas era que provenía barias de las cintas rojas, pero la sangre no solo salia de sus muñecas, también tenia una gran herida en la frente. Si alguien la encontrara seguramente pensaría que fue suicidio. Que astuta fue Ira. Cuando ya Luna se despedía del ultimo segundo de vida los rayos del sol desaparecieron y tanto las cinta negras como rojas se esparcieron... lo siguiente que sintió fue una presión en el pecho que la hizo vomitar, o por lo menos eso fue lo que pensó. Tosió bruscamente expulsando el agua de sus pulmones. Una vez más escupió el agua que le quedaba fue entonces cuando se percato de una sensación de calidez en los labios y frió en el resto del cuerpo. Una voz la llamaba por su nombre, ella respiro, conocía esa voz, sabia que cara tendría su salvador, un mentón cuadrado, pómulos elevados, nariz recta, amplias cejas negras y unos ojos azules enmarcados por una gruesa hilera de pestañas.
-¡Luna, Luna! ¿Me oyes, Luna?
-Si... conde... te oigo.
-¡Oh, gracias al cielo que estas bien!
No dijo más nada, solo la abrazo con ternura y la volvió a depositar en el suelo. Todo el estaba empapado. Había llegado al lago porque su caballo se asusto con una pequeña serpiente, cuando estaba cerca de la orilla vio algo inusual en que se movía dentro del lago, era una persona. Salto sin medir consecuencias y se llevo la gran sorpresa de que era Luna. Al sacarla vio las heridas del cuello, manos y pies. Se encolerizo pero se contuvo para asistirla. Su alivio no apareció hasta que Luna hablo por segunda vez.
-Bienvenido a casa conde Millen.
-¿Eso es un "moriré si tu no estas conmigo"? porque la verdad, no es para que lo tomes literal.
-No entiendo porque alguien tomaría esa frase literalmente.
Aun agitado por la adrenalina el conde trato de incorporase.
-Dime, Luna ¿Que fue lo que paso realmente? se que no te trates de suicidar... entonces qu... que fue?
-Trepe al árbol, tropecé y me golpee la cabeza con un tronco, por eso me caí al lago...
-Me estas mintiendo.
-Es lo mas probablemente. Porque realmente no recuerdo muy bien lo que paso. De todos modos gracias Conde.
Y conde iba a insistir pero un grupo de criados lo vieron desviarse y fueron a su encuentro, al ver la mal herida de Luna se ofrecieron en atenderla, el conde acepto. Cargo el mismo en brazos a Luna como si fuera una niña y presionándola suavemente contra su pecho dijo:
-Hay que llevarla primero a la mansión.