martes, 14 de abril de 2015

El Juego De La Sangre Y La Nieve (Parte 9)


Con solo escuchar su nombre mi estomago salta y el aire no entraba a mis pulmones...

El día pasaba en silencio por los pasillos del castillo de mármol y cristal. El bullicio siempre se centraba en la cocina y en las salas de planificación. Los soldados redoblaban la guardia por un avistamiento de vampiros cerca de las casas del Este de la ciudad, aunque fuera solo error de los atemorizados y nerviosos habitantes, les daba algo que hacer. Todo había estado muy tranquilo desde hace tiempo ya.

Sabían que los vampiros no habían abandonado las montañas, bajar la guardia era una locura. Encontrar su escondite era algo clave ahora, aprovechar la ausencia de los ataques era factible, pero la compañía real no se termina de movilizar debido a que el capitán no llegaba nunca a un acuerdo con el general. Se necesitaba la intervención del As de la estrategia, nada mas y nada menos que la reina Sure, pero esta había estado indispuesta desde hace tres días. Su apariciones en las comidas también había disminuido; sus sirvientes se empezaron a preguntar que era lo que la mantenían cautiva dentro de sus habitaciones. Por mas que iban y venían sirvientes, de ellas jamas lograban resolver el misterio.

-SuMajestad, aquí esta su desayuno.

-Déjalo ahí.- Contesto Sure sin levantar la mirada de los papeles que tenia sobre el escritorio.

-Por cierto SuMajestad- continuo la criada- El Capitán Manso quiere hablar con usted de algo importante.- Sure arrugo la frente e hizo señas de que se fuera, la criada esperaba esa respuesta así que continuo insistiendo- realmente ha insistido mucho en verla hoy Su Majestad, se encuentra afuera de sus aposentos dispuesto a irrumpir si es necesario.

En ese preciso momento un hombre grande y formidable entro a grandes zancadas a la habitación. Tenia aires de determinación y obstinación que calentaron la fría sala mientras avanzaba; Sure se hecho hacia atrás en el sillón de terciopelo rojo mirando perezosamente a el Capitán Manso de reojo. Este se disculpo con altivez de su forzada entrada, la criada trato de pedir perdón por la impetuosa situación, pero Sure levanto una mano dándole a entender que no importaba ya, así que le pidió que la dejase sola con el caballero. La criada hizo una solemne reverencia antes desaparecer por la gran puerta.

-Puedes hablar, Capitán Manso, solo somos nosotros.

-Perdone mi atrevimiento, pero en los últimos dos días a sido difícil lograr conseguir una entrevista privada con SuMajestad.

-No tengo intenciones de perder mi tiempo con estupideces, así que al punto ¿Que lo a impulsado a valerse de una criada para irrumpir en mis aposentos tan temprano?

-Quiero solicitarle que apruebe de la búsqueda por el Este del bosque.

-¿Entonces quiere decir que están seguros que el campamento de las sanguijuelas están por esa zona en particular?

-Es mas que posible, han habido varios avistamientos vampiresco por el Este de la ciudad.

-Le recuerdo que no pienso ni deseo mandar a mis hombre en una búsqueda en vano. Quiero certeza de que no va ser una perdida de tiempo todo esto de la búsqueda del campamento de los vampiros.

-Con el debido respeto, SuMajetad, también son mis hombres los que están luchando para librar al reino de las sanguijuelas. Y estamos mas que seguros que de hay procedes esos rastrero animales.

-Entonces hagan lo que ha dicho- y entregándole los planos que le había dado al principio de la conversación entrelazo sus delgados dedos y lo miro con un frió y vació determinación.- No fallen esta vez.

-No lo haré, SuMajestad.

El capitán se despidió, dejando a la reina sola, o eso él creía. Sure se aseguro que la puerta doble no se volvería a hablar. Al no escuchar ni un chasquido, Sure se aproximo a la trampilla oculta detrás del cuadro del rey Uziel. Detrás de una gruesa cortina blanca se extendía unas escaleras, al final de estas se encontraba un cuarto equipado básicamente, la luz del exterior no lograba llegar a este por lo cual utilizo la lampara de mano para espantar las sombras y poder iluminar las penumbras. En la cama se estiraba con dificultad el huésped improvisado con su grillete particular en el tobillo izquierdo. Pudo ver a su hospedera con una cara lúgubre acentuada por la débil luz de la lampara; una diminuta sonrisa se dibujo en su rostro al tratar de incorporarse en el lecho no con poca dificultad por parte de sus aun vivas heridas.

-Oh, mi hermosa hospedera viene hacerme de nuevo compañía, espero que esta vez sea mas provechoso el interrogatorio, estoy cansado que me preguntes por otros que no seamos nosotros.

-Quédate como estas vampiro, tus heridas no han curado del todo.- Sure lo empujo suavemente otra vez al lecho, el vendaje se deslizo de su lugar dejando al descubierto las quemaduras de segundo grado que iban desde su mano derecha hasta mas de la mitad de su amplia espalda, un pequeño golpe de culpa latió en el pecho de Sure.- Ademas sabes que mi generosidad tiene un precio, y ese es información importante.

-Creo que es un buen negocio para ti, puedes matarme cuando quieras pero con solo una palabra que traicione a mi clan tu me permites conservar mi vida eterna.- Bufo.- eres muy amable, pero el precio no lo pienso pagar, así que mejor me matas de una vez. No alargues mis ultimas horas de vida, aunque puedes deleitarme con tus eficientes atenciones.

-Así que no me dirás nada, otra vez.

Él entrelazo sus dedo con los de ella, tan suavemente que Sure no se percato cuando se sentaron uno al lado del otro. Los ojos rojos estaban fijos en el anillo de diamante, sus pensamientos iban y venían entre un mundo donde su clan pudiera vivir en paz, con una fortaleza que los resguarde del sol, y con suministro de alimentos renovables; y uno donde pudiera tener día y noche aquellas manos que con tanta paciencia lo han atendido. Era una nueva perspectiva que no le gustaba saborear, y menos por el hecho de la persona a la que sostenía con tanta delicadeza era la misma que no dudaría en desprender su cabeza de su cuerpo al sentir la menor amenaza de su parte. Tenerla como esclava era la posibilidad mas aceptable para unir los dos mundos de su cabeza.

-Mírame cuando te este hablando.

La voz de Sure lo trajo devuelta a la realidad de una guerra de dos pueblos, un improbable final feliz para esta relación, y eser reo del enemigo. Sus penetrantes ojos azules lo escudriñaban ferozmente, seguro que estaba molesta por una falta de respuesta a algo que pregunto.

-Te he preguntado ¿De donde vino el clan de los vampiros? ¿Por que invadieron nuestras tierras?

-Queremos lo mismo que ustedes, vivir en paz.

-Los que quieren paz la busca por medido de la guerra- concluyo- ¿Acaso piensa que en realidad el fin justifica los medios?

-Es la respuesta a tu pregunta.

-Solo a una ¿De donde vienen?- insistió.

-De aquí, de allá, somos un clan nómada que esta condenado a no tener descanso en la tierra mundana, de donde verdaderamente procedemos. Solo en el mundo fantástico tenemos derecho a echar raíces y prosperar como pueblo.

-Es irracional, somos humanos, y esta tierra nos pertenece, mis antepasados labraron los grandes túneles de las montañas en el tiempo donde las naciones comenzaron a dividirse por el globo terráqueo ¿Acaso piensas que tienen derecho a nuestras tierras solo por ser rechazados en los pueblos que están fuera de las montañas?

-Esta tierra es gobernada por la magia, por lo tanto ustedes dejaron de ser mundanos hace siglos, eso lo puedo decir con solo ver como eran sus antepasados. Esta tierra le pertenece a los hijos de la noche no a los híbridos.

La sangre helada de Sure comenzó a hervir, monstruo, criatura mágica y hasta bruja era palabras que la habían descrito por mucho tiempo, pero al fin de cuenta era palabras que denominaba a un ser puro de raza, ser llamada híbrido era peor que cualquier insulto. Retiro bruscamente su mano dejando la de él en el aire.

No quería seguir con el interrogatorio; cada vez que ella bajaba al cuarto secreto ha sacarle información Siempre terminaba con sus nervios a flor de piel. Sus respuestas no eran siempre dulces y mucho menos brindaban una información muy segura. Por mas que le costara admitir, esta rodada de preguntas fue por mucho la mas provechosa de todas. El vampiro por lo visto ya estaba comenzando a ceder, pero si cedía en darle información ¿ podría ella soportar lo que le diría? ¿realmente las preguntas que le respondería iban a ser de ayuda? como cual era su nombre, quien era, porque estaba ahí siempre y cuales eran los planes verdaderos de los vampiros.

Soy Dan, un simple peón, al principio solo venia con ordenes de encontrar una manera de asesinarte, pero como ya sabes eso es relativo ya que cada vez que te visito yo regreso feliz pero sin ningún dato de real importancia.

Eso fue todo lo que pudo hacerle hablar.

Sobre la ultima pregunta él siempre respondió que esa tierra les pertenecían a los vampiros, pero nunca daba detalles de porque ni de como eso era valido. La erradicación de un pueblo completo para ser remplazado por otro de menor población era irracional.

-Te equivocas si piensas que somos híbridos.

-No, estoy en lo cierto. Solo mírate. MyLady.

-Ya deja de llamarme de manera tan irrespetuosa. Es SuMajestad, no MyLady.

El Conde se sentó en el borde de la cama, entrelazo sus dedos y la miro con una expresión de seriedad.

-Cuando realmente seas la legitima heredera del trono del reino helado te llamare así, mientras tanto te seguiré llamando MyLady.

La paciencia se le agoto, lazo su mano contra su rostro pero esta no impacto. Él la había detenido a pocos centímetros de su objetivo. Sure  pudo ver el fuego ardiendo en los ojos escarlatas, consumidos por la ira del momento.

-Te advierto, querida, que no estoy de humor para soportar tus arranques de princesa malcriada. Hasta ahora he sido paciente y tolerante por mis heridas, pero no bajes la guardia- Y jalándola la sentó sobre sus muslos y rodeando su cintura la hizo su prisionera.- porque sigo siendo un hombre.- Ella trato de zafarse de sus brazos pero fue inútil, él la sujeto con mas fuerza y abriéndole el cuello del vestido acerco sus labios a su oído.- y también un vampiro sediento.

Por un momento la respiración de Sure se detuvo, relajo cada musculo de su cuerpo, sus celestes ojos se cerraron suavemente impidiendo que escapara la mas mínima concentración, y centrando todo su energía hizo lo que mejor sabia hacer -ademas de incitar a los pensamientos libidos de los que la viraban- el aire se cargo rápidamente de pocos de nieves, mientras una brisa fría los envolvían, las estalagmita se formaron entre el remolino invernal, y en un segundo siete filosas agujas apuntaban a Damion, brillantes y peligrosas.

Con un rápido calculo mental dedujo que apuntaban a partes claves de su cuerpo. He ahí el porque él no había intentado escapar mientras se recuperaba de sus heridas, y porque nunca trato de excitar de mas a los demonios de Sure. Por mas que tratara de endulzar la situación tenia que admitir que estaba a merced del enemigo, irónicamente al mismo tiempo que lo tenia entre sus brazo. Solo un movimiento y podía arrancarle la vida, pero ese no era el problema, porque tendría que ser mas rápido que ella, y eso era un punto que aun no podía descartar. Los juegos de seducción parecían perder fuerza con cada encuentro furtivo en ese pequeño y andrajoso cuarto. Su sed lo empezaba a invadir haciéndolo perder su preciado auto-control.

Suspiro resignado, y con calma libero a su prisionera.

-Ya sabes cual es tu puesto, sanguijuela.

-Solo no tengo ánimos de pelear contigo, MyLady- Dijo perezosamente.- ya puede bajar la guardia, o por lo menos los sables de cristal.

Sure vio con calma a su sumiso prisionero, los fuertes brazos que la aprisionaban hace apenas unos minutos se deslizaban suavemente, acariciando por donde pasaban. Los ojos escarlata aun brillaban con locura bajo las gruesas pestañas negras, anhelando el momento que pudieran dejar el blanco cuerpo de la mujer sin una gota de sangre. Esa mirada tan penetrante le era de un modo mordaz embriagadora; algo por lo cual Sure perdería la cordura una y otra vez.

Resoplo ruidosamente, y dejando su cómodo asiento de carne y hueso se dispuso a retirar el vendaje del recluso.

Damion frunció el ceño.

-¿Por que sigues haciendo eso?

Sure no respondió. Aun las lanzas de hielo le apuntaban.

-¿Por que sigues tratando mis heridas cuando somos, como tu dices, enemigos? ¿No seria mejor dejarme morir con ellas?

-Esa es la diferencia entre tu y yo.- Levanto la mirada de su labor.- Yo soy humana.

-Querrás decir humanista.

-Cállate.

El resto del tiempo paso en silencio mientras ella limpiaba y volvía a cubrir la extensa quemadura. El la miraba con curiosidad, para Damion esta mujer era fría, frívola y mortífera al ser llamada reina, pero en los momentos íntimos era cálida, atenta y muy sensual, era su fase de mujer. Le era fascinante esta mujer. El juego definitivamente debía continuar.

La serenidad poco a poco aumentaba en el alma de Sure debido al prolongado contacto de sus manos sobre el cuerpo del vampiro. Siempre pensó que ese sentimiento estaba condenado a ser estrictamente familiar, el pensar que un foráneo podía proporcionárselo era novedoso. Claro que atendía sus heridas por lógica humanista, pero detrás de esa fachada estaba el anhelo de querer estar tan cerca de él como le fuera posible; tocarlo era un entretenimiento peculiar, ya que en su vida había sentido el calor emanado por un hombre -¿por que no llamarlo así? el vampiro cubría las cualidades y expectativas de un hombre siendo aun un muerto viviente- de tal manera. No es de extrañarse que la reina ya habría gozado de los beneficiosos de un amante sin el cargo de compromiso de por medio, pero ellos se estremecían con su contacto. Ninguno le abrazo para buscar calor, solo por puro formalidad. Pensó que cuando la sanguijuela la abrazaba la hacia sentir que sus cuerpos fríos por la naturaleza comenzaban elevar su temperatura, convirtiendo sus brazos en un cálido y placentero refugio. Dudaba que esto fuese a terminar bien. Aun así se arriesgo a explorar lo prohibido. La intimación con el enemigo.

Terminado la labor, Sure recogió todo y subió por la escaleras.

-Sabes...- Comenzó a decir Damion.- que no podemos estar así para siempre, debes tomar una decisión de si dejarme ir o matarme de una vez.

-Lo dice porque no tienes planeado decirme nada de información.

-Efectivamente.

-Entonces considera este tu nuevo hogar, pues tampoco pretendo dejarte ir sin que me digas todo lo sabes.

Damion se rió suavemente.

-Suena como que jamas nos diremos adiós.

Sure se quedo callada "Jamas se dirían adiós" palabras que la llenaban de terror y emoción. Subió sin respondedle mientras las lanzas se desvanecían en un leve remolino de viento. Exhorta en sus pensamiento no se percato que un par de ojos veían cuando ella cerraba la trampilla detrás del cuadro. El silencio reino en la habitación después de que la reina lo abandonara, y el espía aprovecho eso para reabrir la puerta secreta. Con cautela bajo por las polvorientas escaleras iluminadas por la lampara de mano, la luz alerto a Damion. En una sonrisa se volvió su boca, pensando que la reina volvía por mas. No se molesto en levantarse esta vez.

-Sabia que no te irías sin decir la ultima palabra. De verdad, mylady, eres intensa.

La persona no respondió, solo se quedo viendo perpleja el lugar y su único ocupante. Al no recibir respuesta, Damion se extraño y dirigió su mirada a la escalera. Se incorporo rápidamente.

-¿Que haces tu aquí Ro... princesa?

La lampara rodó por el suelo y la visitante se cubrió la boca sufocando un grito...



Parte 8                                                                  Parte 10

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