viernes, 13 de febrero de 2015

El Juego De La Sangre Y La Nieve (Parte 8)

En el castillo de cristal soplaba la dulce brisa fría de principios de primavera, en sus pasillos el bullicio era algo irracional a pesar de vivir en tiempo de guerra; ya que los sirvientes cumplían con su labor como siempre lo han hecho, igual que antes del ataque de los vampiros. Los uniformados caminaban  por los grandes salones y la cocina, sin afectar la calma. Mientras que la caballeriza era un caos solo cuando estaban bajo ataque, el resto del tiempo era un lugar tranquilo para ocear y para los traviesos amantes del palacio que se querían alejar de las curiosas miradas.

Sure bajaba con su gracia habitual al salón principal para verse con el comandante Julian; hombre formidable y viril que le era adicto al ella y que fue designado para darle un informe matutino sobre el avance de la lucha y los destrozos que esta había dejado. Durante tres días seguidos los informes había sido alentadores ya que los constante ataque vampirescos secaron.

-Bendecida mañana comandante.

-Su Majestad- exclamó el comandante al ver a la reina pasar por la gran puerta doble, y haciendo una reverencia continuo- Bendecida mañana, Su Majestad.  Como siempre tan puntual y esplendorosa como el sol.

-Gracias, comandante- y extendió su mano para que la besara. Este la beso suavemente sobre su anillo de diamante- ¿Cómo estuvo la noche?¿alguna novedad?

-No habido alteración de la paz de la ciudad.  Los alrededores están cubiertos. Y las zonas fronterizas han estado tranquilas.

-No bajen las defensas de las fronteras y sigan con la vigilancia de los alrededores ¿como están las provisiones?

-Aún tenemos suficientes provisiones como para seis meses.

-¿Y los ciudadanos como están tomando las restricciones?

-Las restricciones son captadas sin ninguna queja por los ciudadanos Su Majestad.

"Todo esta pasivo, no me gusta, es como si quisieran que bajemos la guardia" pensó Sure.

-¿Ya encontraron el escondite de esas sanguijuelas? 

-Aún no, pero estamos peinando todo el bosque para saberlo.

-Lo que faltaba- murmuró.- Apresurarse a encontrarla, debemos devolverle la paz al reino lo antes posible. Puedes marcharte.

El comandante se despidió con una reverencia y salio dejando a una aparentemente calmada reina. Sure estaba inquieta, era como si la calma del reino le molestara. No creía lo que escuchaba.

Una hora después una figura oscura se escabullo en la caballeriza real; tomo el caballo más viejo pero este al ver acercarse la siniestra figura empezó al relinchar de pavor. Shhh. Los cristalinos ojos azules le tranquilizaron,  dejando llevar por las riendas. Nadie se dio cuenta cuando la siniestra figura salia por las grandes puertas de la muralla con el viejo caballo. La ciudad brillaba con los pocos rayos de sol, las personas y los comerciantes circulaban por las calles empedradas. Sure miro en cada grupo de personas pero no escucho más quejas y chismes que los habituales. Recorrió entonces los altos y bajos barrios de la ciudad en el viejo caballo y envuelta en el arrepiento manto marrón pero aun así no vio disturbios en ningún lado.

Llego entonces a un lugar clausurado por el incendio de hace semanas atrás producido según el informe por la aparición de un vampiro. Los vecino al divisar a la criatura tomaron antorchas y se pusieron a perseguirlo, situación que terminó con siete casa envueltas con lenguas de fuego, pensaron que en algunas de ellas se escondía el intruso. Sure bajo del viejo caballo para ver mejor un claro cercano. Los recuerdos acudían sin mucho esfuerzo al la mente de la reina: una noche iluminada por el ardiente fuego; una joven tratando de a pagarlo con una brisa de hielo seco; un pequeño casi carbonizado; el intento de devolverlo a la vida; y la figura de un hombre que la veía con auténtico horror en su rostro... Trago saliva al recordar que el hombre estaba cubierto por la espesa oscuridad y solo pudo distinguir la abominable mirada escarlata brillante en sus ojos, revelando que se acababa de alimentar. Una sensación de náuseas e irá la invadieron. No sabia si podía acabar con el o si el le rompería el cuello antes que ella lo viera acercarse; fue entonces cuando sintió los leves movimientos torácico del pequeño,  y al bajar la mirada se topo con un rojo más oscuro que el del vampiro en las sombras, pero con un brillo de pura inocencia y felicidad "¿eres un ángel?" Cualquier mal pensamiento o sentimiento fue arrastrado por el viento. Sure se preguntó como era posible que fuera sentido tanta nobleza provenir de una cría de sanguijuela.

-¿Que habrá pasado con el?

Un ruido de ramas se escuchó cerca. Ella se puso en guardia al instante y después de afinar sus siete sentidos se quedo quieta como una estatua; pero no percibió nada ni vio nada. Ya estaba cayendo la noche así que se decidió a regresar al castillo antes que oscureciera.

Entro al sus aposentos sucia y cansada; pensó que estaba exagerando sobre la idea de que vampiros se infiltrarse en la ciudad sin ser visto. Sólo conservo la convicción de que algo grande iba a pasar, los vampiros solo están jugando al escondite para luego lanzar un devastador ataque al castillo. Se desnudo y tomo un baño caliente de claveles. Al dormir soñó con flores negras que se bañaban en sangre roja proveniente de una paloma blanca, cuando se termino de desangrar el pobre animal este se convirtió en una hermosa estatua de cristal. La brisa empezó al soplar cada vez más fuerte,  trayendo consigo una seductora voz, la estaba llamando a ella, cuando la voz se hizo más clara la paloma de crista se rompió en mil pedazos, dejando un rastro de sangre azul...

Sure abrió rápidamente los ojos asustada,  pero la incredulidad la sustituyó rápidamente.  Unos seductores ojos rojos la miraban con diversión mientra que se formaba una leve sonrisa pícara en el intruso. Se tomó del pecho y retrocedió pensando que aún dormía.  La sonrisa desapareció y una cara de preocupación sustituyó.

-¿Te he asustado Mylady?  No era mi intención. 

Al darse cuenta de que era la realidad saco su daga de respaldo y apunto al cuello de su visitante. Este tomo la mano que empuñaba y trato de quitarle la daga. Un rápido forcejeo los hizo rodar uno sobre otro sobre la gran  cama. Cuando Sure logro esta encima de él levanto la daga y dispuesta a clavarla en el pecho de su oponente se detuvo por una fracción de segundo por algo que vio... le había arrancado la camisa de tal forma que dejaba al descubierto un amplio, duro pero cómodo pecho, un colgante colgada del musculoso cuello con una medalla de oro donde llevaba una rosa tallada en negro, pero eso no fue lo que la detuvo en clavar la daga cerca de la rosa,  fue el brillo de sus ojos escarlatas lo que lo hizo.

-¡¿Qué?!

-Solo pensaba que después que tomas una daga y tratas de atravesar mi corazón con ella siempre terminas encima de mi desnudo. 

Sure bajo su mirada a su propio cuerpo.  Para su sorpresa la parte de arriba de su bata de seda verde estaba abierta hasta su abdomen, y sus piernas estaba por completo a descubierto porque el dobladillo estaba arrugado hasta su cadera. Antes que ella pudiera responde o incluso cubrirse él la tomo por la cintura y la beso dulcemente. Un sonido de protesta salio de la garganta de Sure a lo cual el vampiro respondió estrujado sus senos casi desnudo contra su pecho y aumentando la intensidad del beso. Su calor corporal eran más relajantes que el baño caliente con claveles y sus manos  firmemente aferradas a su cintura y espalda le daban la estabilidad para permanecer en esa posición que la hacia sentir tan cómoda.  Una vez más se perdieron en la piel de otro; satisfaciéndose con solo el aliento del otro. 

-Creo que podemos continuar sin la daga.

Desconcertada vio su mano y la reconoció.  Aún se aferraba a la daga de plata; como si fuera el ancla de su realidad. El acomodo un cabello que le cubría el sonrojado rostro ubicando con delicadeza detrás de su oreja. 

-¿Cómo rayos logras entrar aquí? 

-Sí te lo dijera tu bloquearías ese camino para que yo no te pudiera ver dormir más. 

-¿Me estabas viendo dormir? Que psicópata eres. Debería arrestar te de una buena vez.

-Lo dice la que duerme con una daga bajo sus sabanas y recibe a sus visitas con poca ropa y fervientes ganas de clavar el puñal en su pecho.

-No deberías estar aquí. 

El rostro del Conde se arrugó,  y con una voz melancólica dijo:

-Quería verte.

Sure bajo de su regazo y se acomodo la bata de seda. Trata de pensar claramente lo que debía hacer. Al buscar por la habitación una respuesta vio como el cielo nocturno se tornaba violeta.

-Eres un espía del enemigo. Por lo tanto estas arrestado...

El Conde la rodeo con sus brazos y acercado su rostro a escasos centímetros de ella hablo con una ronca, baja y seductora voz.

-Sabes que también te puedo matar, pero no lo he hecho porque me tienes hechizado con tu belleza.

Se acercó más para besarle pero el filo de la daga toco la piel desnuda de su pecho y un dedo delgado cerraba sus labios. 

-Deja el juego sanguijuela. Que hablo enserio.

Levanto ambas manos en son de rendición y se trasladó de nuevo a la cama.

-¿Qué es lo que quieres?

-Qué ustedes desaparezcan del reino helado. Y nos dejen vivir en paz.

El suspiro.

-Mylaidy, he venido aquí solo porque no soportaba estar otro día sin usted. No me cree cuando le digo que estoy cautivado por su belleza.

-Sí eso es así, entonces dame una prueba de tu cautividad.

El Conde enarco una gruesa ceja negra, y mirando con cautela a la Reina de hielo.

-Dudas de que digo la verdad.

-Si. Quiero ver hasta donde es cierto lo que sale de tus labios. 

-Soy solo un peón en esta guerra...

-Por eso es que no he gritado para que te arresten. Aún. 

El miro con desconfianza, sabia que había dos guardias fuera de la habitación y tres haciendo guardia debajo de la ventana. Escabullirse no era problema si la Reina no gritaba que lo capturará. Ella, satisfecha, leyó claramente sus pensamientos. Tomo ventaja de la situación se fue acercando lentamente a la cama dejando la daga en una mesa de noche lejana, se arrodilló ante el y subiendo con suavidad sus manos por los muslos de él, y le dijo:

-No es como si ambos no disfrutaremos de la compañía del otro. Sólo quiero una sola cosa - Enganchó sus ágiles dedos en el cinturón de cuero mientras lo miraba. Miro su cinturón y enarcando la ceja.- para acabar con esta guerra sin sentido.- Jalo con fuerza el cinturón atraiéndolo al suelo, acomodándolo forzosamente con las piernas abiertas y ella en medio de sus pantalones.- para que solo la paz reine entre ambos bandos.- Se acerco más y más a su rostros, cubriéndolo con su dulce aliento.- para que tu y yo podamos ser uno solo todas las noches.

Era un caos la cabeza de Damion, era como si ella ya supiera cada punto débil de su virilidad. Ella no lo había tocado aun como él hizo con ella en la cama, solo estaba cerca, embriagandolo con su dulce aroma a lirios fríos, hipnotisado por sus seductoras palabras, enloquecido con su rostro angelical coronado con la larga cabellera blanca y ese cuerpo esculpido por los mismo dioses causante de tantos pensamientos pecaminosos. Por un momento se le olvido quien era quien y cual era la realidad. 

-...Dime..- susurraba Sure al su oído. 

-...que?...

-¿Donde se encuentra. ..- Desabrocho el cinturón y lo arrojó lejos.  El casi ya no se podía contenerse.- el Conde...- él tomo su rostro entre sus manos y sofoco el nombre con sus labios.

Sus manos recorrieron con bríos los brazos y las piernas de ella. No quería perder ni un segundo mas; la recostó al suelo y subiéndose a ella la beso como si su vida dependiera de ello. Ella entre gélidos pronuncia Damion, Damion lo que lo excitaba más. Si darse cuenta que era una pregunta

-Damion. ..Damion... ¿Donde esta... Damion?- Gimió Sure entre besos.

-...Aquí. .- Respondió extasiado el Conde sin darse cuenta del significado que generaría su respuesta.

-¿aquí. ..?

Un grito desgarrador salio de la garganta de él. Retrocediendo como un animal herido. El sol había salido y ellos había rodado justo hasta abajo del gran ventanal.

-¡Oh Dios!.- exclamó Sure..- tienes que irte.

Pero la espalda completa y su brazo derecho estaba quemados...




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