Había una vez, en
un reino rodeado por inmensas montañas y atravesado por dos ríos de agua
cristalina, un Rey de cabellos plateados y ojos negros. El gobernaba felizmente
el reino junto a su esposa. Una mujer de cabellera roja como el fuego y ojos
verdes como el pasto. Durante años la felicidad y la prosperidad estaban en el
reino, lo que molestó mucho a una princesa demonio que pasaba por el reino, lo
que hizo ir a ver quiénes gobernaban en ese lugar. Al llegar al castillo vio
que estaba hecho de mármol con grandes ventanales de diamante y techo de oro;
su disgusto aumento. Recorría los impecables pasillos hasta que encontró al Rey
sentado en su trono. Él le pareció un dios guerrero bajado del cielo, no podía
quitarle los ojos de encima y menos por que el Rey tenía unos ojos negros tan
profundos como la noche pero brillantes como el lucero de la mañana, era algo
hipnótico. El Rey se dio cuenta de su presencia y le dijo que saliera a su
encuentro o si no él la mataría. La princesa demonio le agrado la forma que el
Rey había tomado contra ella que era una invasora, así que se mostró ante él
con su majestuosa figura y su largo cabello negro. El Rey quedo hechizado por
la belleza de la princesa demonio.
La princesa
demonio se le ocurrió una idea para destruir el reino y salir beneficiada en el
proceso. Se postro ante el Rey de ojos negro y cabellos de plata diciendo que
ella admiraba su valor por lo tanto lo bendeciría con el poder de ella, se
acercó al Rey, quien la miraba fijamente, le pidió que le diera la copa del
cual él bebía; el Rey le dio una magnifica copa de oro por curiosidad de lo que
la princesa demonio iba hacer. Al tener la copa la princesa demonio saco una
filosa daga de plata y contó su muñeca dejando correr su sangre en la copa, se
la debilito al Rey y dijo que él y su espada debían beber de la copa, el Rey
para ser más poderoso y la Reina para concebir un hijo del Rey que nacería como
el guerrero perfecto, el niño tendría a su mando dos ejércitos: el de su padre,
el Rey, y el de ella, la princesa demonio, porque por el príncipe correría la
misma sangre de ella otorgándole su poder también.
El Rey complacido
por el regalo lo acepto, la princesa demonio lo miro y sonrió macabramente,
este era el triunfo de ella y la aniquilación de él. Giro sus esbeltos brazos y
desapareció en una nube de humo negro y violeta. El Rey bebió de la copa y
luego hizo beber a su esposa, a quien le dijo que era un brebaje especial para
lograr concebir hijos, ya que durante años no habían logrado quedar embarazada
de su esposo, la Reina bebió del contenido de la copa sin preguntar más.
El tiempo paso y
la Reina dio a luz un hermoso niño de cabellos plateados, pero sus ojos eran
totalmente negros sin una picas de blanco, la Reina se aterro, sabía que no
había dado a luz un humano sino a un demonio, quiso pues matarlo pero el Rey se
dio cuenta de sus intenciones y la detuvo. Humillada e indignada la Reina dejo
al Rey y desapareció del reino; no podía creer en lo que se había convertido su
esposo y tampoco podía desafiarle. Ninguno de ellos sabía que ella había
quedado en cinta por segunda vez cuando dejo al Rey.
Al darse cuenta
que estaba embarazada por segunda vez del Rey, la Reina rezo a Dios pidiéndole
que no fuera otro demonio lo que ella diera a luz. Dios al ver la angustia que
se encontraba la Reina mando un ángel con una copa y una espada de cristal, el
ángel corto su muñeca con la espada y vertió su sangre en la copa al igual que
hizo la princesa demonio. Le dio la copa a la Reina y le dijo que bebiera de
ella para que la prevenir que diera a luz un humano mitad demonio, que en
cambio daría a luz un humano mitad ángel. La Reina le agradeció al ángel y
bebió de la copa de crista. El ángel le dijo que por haber bebido de la sangre
de un ángel la criatura que nacería de ella tendría el poder de uno, por lo
tanto le dejo la copa y la espada como regalos.
El tiempo pasó y
la Reina dio a luz por segunda vez, su alegría fue exuberante cuando vio que
era una niña de cabellos rojo y ojos verdes como el pasto. Dio gracias a Dios y
al ángel que Él le había enviado, porque su hija no era un demonio como el
primero, sino un ángel.
Pasaron los años
y Rey de ojos negros murió dejando a su hijo a cargo del reino. Después de que
la Reina dejo al Rey el reino poco a poco cayo en de cadencia, pero aún era
hermoso. El príncipe, tal como lo había dicho la princesa demonio, era el
guerrero perfecto, no había nadie que lo pudiera vencer en combate, su astucia
era superior a los de cualquiera, y su físico solo se le podía compara con los
de un ángel, pero tenía un corazón oscuro como la brea, y su ser no conocía de
compasión ni de amor.
Todo esto llego a
oídos de la Reina quien se aterro aún más. La Reina le advirtió a su hija que
se alejara del reino de su padre, y le contó todo. La hija de la Reina ya no
era una pequeña niña de sonrisa dulce, ahora era un hermosa joven de largo
cabello rizado rojo como el fuego y ojos verde brillante, con un gran sentido
de la justicia y del amor por tener sangre de ángel corriendo por sus venas,
decidió salvar el reino de su padre y madre haciendo caso omiso a las protestas
preocupadas de la Reina.
Viajo, pues,
devuelta al reino con la espada del ángel enganchada en su cintura y la copa en
una bolsa. Cuando llego vio que todo era caos y desolación. Su hermano había
logrado destruir la belleza que una vez reino en las enormes montañas y el rio,
y ella nunca había tenido la oportunidad de ver. Solo sabía cómo era por lo que
su madre le había contado. La princesa demonio se había instalado en el
castillo junto a su hijo, disfrutando de lo que se había convertido el reino
hermoso. Cuando se dio cuenta que la hija de la Reina poseía sangre de ángel es
su venas se preocupó, así que fue a su encuentro cuando entro en el reino y
trato de matarla antes de que la joven le hiciera daño su hijo. La tomo por
sorpresa cerca del rio pero antes que pudiera lastimarla un ángel apareció
entre ellas y mato a la princesa demonio.
El ángel que le
había dado de beber su sangre a la Reina dejo a otro para que cuidara a la niña
de rojos cabellos como el fuego, porque temía que por tener sangre de ángel en
sus venas demonios la atacaran. El segundo ángel tenía un rubio cabello leonado
y ojos con color de oro. Le dijo a la joven que no temiese, que el siempre
estaría a su lado, pero solo le había dado permiso de protegerla y matar solo
demonios, que ella tendría que enfrentarse a su hermano sola. Ella lo entendió
y antes de continuar su camino beso al ángel en agradecimiento por ayudarla con
la princesa demonio y por estar siempre a su lado.
Cuando logro
entrar al castillo su hermano la esperaba con trampas y un arsenal de armas
mortíferas. Ella lucho ferozmente con los soldados humanos mientras que el
ángel incineraba a los soldados demonios. Su hermano estaba furioso por lo de
sus dos ejércitos vencido. Saco una larga espada de plata negra que le había
dado de regalo la princesa demonio y se enfrentó con su hermana. El ángel se
quedó al margen de la batalla, terminado de matar a los demonios que faltaban y
reteniendo a los soldados humanos.
La batalla fue
feroz, no parecían humanos los que en ella participaban, tenían una agilidad y
una precisión mordaz. Ninguno se iba a dar por vencido. Hasta que la joven de
rojo cabellos lastimo de gravedad a su hermano. De rodillas ella lo obligo que
bebiera de la copa de cristal, él se negó y dijo que prefería la muerte. La
ferocidad de ella cambio por una ternura melancólica, se arrodillo a la altura
de su hermano y lo abrazo.
-Tú no eres malo,
querido hermano. Tienes miedo a ser lastimado.- Dijo la joven tristemente.
-Te equivocas
chica de fuego- Porque para él el cabello de ella era con ardientes llamas
ondulantes en el viento.- no tengo miedo.
-Pruébalo.- y le
paso la copa de cristal.
El príncipe vio
los brillantes ojos verdes de su hermana. Hay, aunque no lo digiera, había amor
y perdón escrito en ellos. Él no se conmovió con esto pero quería, por raro que
le pareciera, demostrar le a su única hermana que él no temía. Se llevó la copa
a los labios y bebió de ella un largo y profundo trago. Sintió como si lo fuera
atravesado con una espada que empezó a arder desde su pecho envolviendo todo su
cuerpo. Se retorció de dolor y lanzo gritos de agonía. El fuego se extendió a
su hermana quien se cubrió el rostro con las manos pero no se movió, el fuego
la rodeaba pero no le hacía daño a ella por ser fuego celestial y ella tener
sangre de ángel por sus venas.
Al extinguirse el
fuego ambos hermanos se levantaron. Ambos tenían ojos verdes brillantes como el
pasto, la maldad y la sangre de demonio de sus venas se había ido para siempre.
El ángel había despachado ya del reino todos los demonios. El joven de plateados
cabellos y ojos verdes le agradeció profundamente al ángel y le dijo que él
quedaba en deuda con él por cuidar a su madre y hermana, y sobre todo por haber
acabado con la princesa demonio y su ejército. La joven le pidió al ángel que
por favor fuera en busca de su madre y le digiera lo que había pasado, y la
convenciera de regresar al reino, que era seguro. El ángel fue he hizo lo que
le mando.
El reino había
caído de nuevo en buenas manos y poco a poco se recuperó con la guía del Rey de
cabellos plateados y ojos verde. Ya el reino no solo era protegido por las
grandes montañas, sino también por la chica de cabellos de fuego que tenía al
ángel de guardián.
Fin