martes, 24 de junio de 2014

El Juego De La Sangre Y La Nieve (Parte 4)

Tres semanas había pasado desde el fracaso del plan del Conde Damion. La información filtrada en la base de los vampiros resulto ser falsa. Un soldado del escuadrón 12 llego con la jugosa información de que la Reina Sure no era una diosa de piedra y cristal que protegía al Reino Helado, como decían los rumores fueran del valle de la muerte; sino una hermosa mujer que gobernaba el valle helado.

-Si es mortal no será un problema para acabar con su vida.- Dijo uno de los comandantes.

-No será tan fácil. El escuadrón 4 fueron asignados a asesinar al príncipe Azu, que según la información obtenida antes de entran al valle helado, es el futuro sucesor al trono. No regresaron, y al buscar sus cuerpos no se encontraron, solo habían trozos de hielo con sangre en donde fueron a cumplir su misión. Se nos acaban de informar que el príncipe no se encontraba solo, había una hermosa mujer con el, a quien se refirió como “La Reina Sure”.- Informo Sevastian.- Fue ella quien acabo con la vida del escuadrón 4. Y ellos eran unos de los mejores. No hay que subestimar al enemigo, y menos si no tienes toda la información, solo rumores.

-Sevastian tiene razón. El subestimar al enemigo es darle las herramientas para acabar con nosotros.- Segundo un capitán.

-Entonces debemos eliminarla con un método, más sutil.- Declaró el Conde.- ¿Pero cual?

-Una emboscada. Nunca se dará cuenta…

-Si asesino al escuadrón 4, que eran especialistas en emboscada, nos demuestra que esa no es una estrategia que no  va a tener éxito.- Interrumpió el Conde.

-¿Y si la secuestramos y….

-Si una emboscada es un fracaso total, un secuestro daría el mismo resultado.- Volvió a interrumpir el Conde.- El próximo que valla ha sugerir algo que tengo un 100% de probabilidad de que tenga éxito y sea sutil o sino drenares su sangre para luego dejar que los lobos lambas sus llagas.

El silencio se apodero de la habitación. Los perdidos ojos rojos escarlatas del Conde se posaron en una mariposa nocturna que se quemo al posarse en la llama de una vela. El mismo soldado que trajo la información rompió el silencio.

-¿Veneno?... Sigue siendo mortal ¿No? Es una manera sutil.

El Conde lo miro de reojo. Todos estaban a la expectativa.

-Es una buena idea. Solo necesitamos que alguien se infiltre en el castillo.- Recalco Sevastian.

El Conde no se movió. Sus pensamientos lo llevaron lejos del campo hasta el castillo, una escena comenzó a tomar forma, lo que en algún momento era un hermoso rostro ahora era una espantosa mascara de dolor con rabia, unos ojos dilatados lo maldecían hasta que su brillo se fue apagando poco a poco con la convulsión del cuerpo. Una sonrisa macabra se dibujo en su rostro. Quería el placer de ver el último aliento de la reina más bella.

-¿Pero quien ira? Debe ser alguien experto en la infiltración, sigiloso, y preciso- Dijo el capitán.

El Conde se levanto. En una semana habían recogido la información necesaria para la infiltración; Damion pudo entrar sin problemas vestido como sirviente de la cocina, vertió el potente veneno en la cena que se serviría esa noche pero ninguno de los miembros de la familia real bajó a cenar. Todos estaban consumidos por la atmósfera deprimente del castillo debido a  la guerra. Cuando se entero que ninguno iba a cenar, decidió buscar a cada uno para acabar con sus vida personalmente, nadie lo podía dejar esperando de esta manera y menos iba a dejar pasar esa oportunidad; cuando vio a un sirviente que llevaba vino por un pasillo estrecho, era la cuarta vez que lo veía hacerlo. Espero la oportunidad para sustituirlo, ya que había escuchado que la Reina era la única que bebía vino en el castillo. Se presento como otro sirviente y enseguida le dieron la jarra de vino.

-Gracias a Dios. Si volvía a subir por esas escaleras me iba a dar algo ¿Por qué demonios la Reina le gusta tanto ese cuarto tan inaccesible? Debería cambiarse para su habitación.- Dijo el sirviente al poner la jarra de vino en las monos del Conde.

Al entrar en el cuarto vio a una anciana sentada de espalda, su larga cabellera blanca hacia contraste con el terciopelo escarlata del gran sillón. Al acercase el olor a vino era sofocante pero su sorpresa fue a un mas grande al ver que era una hermosa mujer con los ojo cerrados, un ángel envidiaría ese rostro y su blancura calcárea. A pesar de que estaba oscuro, de ella se podría decir que emanaba una pálida luz blanca. Sirvió el vino y se dio cuenta que su pecho no latía, ni escuchaba su respiración ¿Estaría muerta? Si era así era mejor dejarla, pero primero lo quería comprobar. La pálida mano se movió y tomo el vino a fondo blanco. El suspiro, no podía ser tan fácil...

Miraba con ansias el mapa del valle helado, tomo el cuchillo y con fuerza lo incrusto en el dibujo del castillo. Solo un tonto subestimaría a su enemigo, el lo hizo y termino fracasando el plan ¿Cómo era posible que le fuera hecho caso a un soldado de rango inferior? La mismísima Reina le había dicho que ella era como una estatua de cristal. Entonces las historias son ciertas. Pensó. Aun podía oler el vino cuando llego de su misión. Debía olvidar lo que había pasado en esa habitación. Y más porque después de eso la Reina fue ganando terreno en el campo de batalla, los vampiros comenzaron a caer con mayor facilidad por las arriesgadas estrategias de Sure.

-Si esto sigue así…

El Conde dejo la oración en el aire. No quería admitir que las bajas de sus soldados podían hacerle perder. Decidió dar un paseo, tal vez la fría noche le ayudaría a pensar. Se puso una toga negra y cubrió su cabeza. El bosque brindaba una protección excepcional a los vampiros, el río siempre fluía con su suave ronroneo, y los animales eran siempre una buena comida. Claro que cuando podían capturar a un ciudadana su sangre serbia para darse un banquete a dos o tres vampiros. Su garganta le empezó a arder al pensar en la sed que tenia; no se había alimentado en días; fue entonces que oyó unos ruidos por los arbustos. Una pequeña calle de piedra atravesaba los arboles, un faro con un solo cristal de luz era quien iluminaba los jugueteos de una pareja, en los limites de la ciudad. El conde había caminado todo la noche sin darse cuenta de que sus pasos lo llevarían hasta allí, no fue tal malo el que parara en ese lugar, porque justa al frente de el se encontraba una presa fácil de cazar, solo necesitaba a uno para alimentarse, al otro se lo llevaría con vida para alimentarse después; estaba decidiendo cual cuando vio que la joven empujaba a su compañero y trataba de alejarse, este la tomo por el brazo y la apretó contra su enorme pecho.

-¿A dónde crees que vas linda?.- Gorgoteó el hombre.- Ni piense que me vas a dejar así.

La joven forcejeó con más entusiasmo, pero su captor no se movió. Murmuro algo al oído de la joven y comenzó a besarla por el escote, sus grandes manos sujetaron el muslo de ella atraiéndola con fuerza. Los gemidos no eran de placer sino de dolor, el hombre la tenia contra un árbol para evitar su huida.

-Que asqueroso son los humanos.

El hombre volteo bruscamente para hacerle frente, cuando se vio levantado por los aires, la mano de Damion estaba en su cuello apretándose más y más, el hombre pataleo pero ni un solo golpe recibió verdugo. Cansado del juego, Damion lo lanzo contra el faro. El hombre quien miro por primera vez el rostro de agresor. Un grito ahogado se deslizo por su garganta al ver los ojos rojos escarlata que le miraban fijamente el uniforme.

-Así que eres un guardia real. Vaya, es como un grata sorpresa.

-¡V-v-v-amp-i-iro!

-Hagamos un trato ¿Vale?.- Le limpio el polvo del uniforme.- Tu me dices cual es el punto débil de la Reina y yo te dejo vivir.

-La Reina no tiene debilidades.- Vacilo en continuar.

-Todos tenemos debilidades.

-Ella es indestructible.

-¿Así? Si es como me dices entonces no me sirves de nada.

Encajo sus filosos dientes en el cuello del hombre, la sangre caliente corrió por la herida bañando el blanco uniforme y saciando la sed del Conde. Los dulces gritos de su victima se perdían entre los arboles cercanos mientras este se retorcía de dolor. No quería desperdiciar sangre, y menos las de un guardia real, así que dejo solo la cascara seca tendida en el suelo. Se irguió y lentamente se volvió a la joven quien no se había movido ni un centímetro desde que Damion le quito al hombre de encima.

-Disculpa mi glotonería, pero no soporto ver ese uniforme, tú me entenderás, cuando alguien tiene tiempo sin comer no suele dejar migajas en su plato.

No respondió, así que se le acerco para apartarle el cabello del cuello. Sus ojos rojos ya no eran feroces y hambrientos sino brillantes y hermosos. Un enigma para cualquiera que los viera tan de cerca.

-No le tengo miedo.- Susurro la joven hipnotizada por el color escarlata.

-Deberías temerme. Eso seria más sabio de tu parte.

-¿Cómo le puedo temer a quien me a salvado de un violador?

-Debes entender que solo lo he hecho porque era una presa fácil. Ahora tú eres mi bocadillo.

-Puedo ser más que tu bocadillo.

-¿Como puede ser una humana algo mas que un delicioso bocadillo para mi?

-Cuando esa humana sabe cual es la debilidad de la Reina Sure.

El Conde saboreo estas palabras, era fácil saber cuando alguien mentía cuando llevas mas de 500 años en el negocio, ciertamente ella estaba siendo sincera. La verdadera pregunta era el porque se le estaba presentado esta oportunidad tan fácil.

-¿Por qué he de creerte?

-Por que yo he sido la sirvienta de la princesa Ross por 10 años.

-¿Y?

-Si te lo cuento prométeme que me dejaras viva.

El Conde reflexiona un poco. Odiaba que le impusieran las reglas del juego. Olio unos de los cabellos de la joven y la miro fijamente a los ojos, el rubor en su rostro, los latidos acelerados y la dilatación de sus pupilas eran clara señales de que ella haría lo que fuera solo si el se lo pedía.

-No solo te dejara vivir, si es verdad lo que me valles a contar te daré un puesto especial entre mis amigos. Señorita.

La joven le creyó, no podía dejar de deleitarse con los enigmáticos ojos escarlata incrustados en un rostro tan atractivo. Sus hormonas ya habían tomado el dominio de ella al hacer el primer contacto visual con el Conde.

-Te diré todo lo verídico que se de la Reina.- Comenzó a decir.- Lo primero que debes saber es que ella no es humana.

-¿Por qué dices semejante cosa?

-Tú lo sabes, los humanos tenemos sangre en el cuerpo, pero ella se ha cortado con las rosas del jardín y nunca se le ha visto sangrar.

-¿Y eso como me puede ayudar?

-En todo el castillo se dice, hasta la misma princesa lo comenta, que la Reina Sure para subir al trono se arranco el corazón, para no dárselo a ningún hombre y poder conservar sus poderes de congelación. Solo debes apoderarte de su corazón y la tendrás bajo tu mando.

-Nunca pensé que tener el corazón de una mujer fuera tan fácil.

-No lo es. Creo que lo guarda en un cofre de plata en su habitación, lo se porque una vez me acerque demasiado y ella se molesto conmigo.

Otra imagen se empezó a formar en la mente del Conde. El sostenía un palpitante corazón entre sus manos, la Reina se oponía y el encajaba los dientes en su trofeo, sangre caliente y dulce bañaban su garganta y su enemiga caía a sus pies. Todo acabaría. En eso un silbido alerto al Conde, se levanto de un golpe, era el sonido que hacían cuando un vampiro había muerto.

-¿Que sucede?

-Quédate aquí. Volveré por ti. Señorita.

La espesa  noche consumió la figura del vampiro, este siguió el sonido hasta cuan conjunto de casa en llamas, no distinguía bien lo que sucedió solo logro ver un pequeño tirado en medio de las llamas ¿El no había planeado nada así para ser ejecutado ese día? Tal vez si, pero estaba tan absorto en sus pensamiento que no lo recordaba, el pequeño abrió los ojos y fue cuando se dio cuenta, era Cristian, el hermano menor de Sevastian. Cuando se fue a acercar una persona con capa negra tomo al niño entre su brazos y los saco de la llamas, ahora estaban seguros en los limites del bosque. El Conde observo como el encapuchado ponía al niño en su regazo y pasaba su mano por la superficie del cuerpo. Unos cocos de nieves se desprendían de ella y desaparecían en las quemaduras del niño. Dejo de llorar al sentir alivio. Se acerco para ver quien era y darle las gracias, al sentir los paso el encapucha desenvaino.

-Un paso mas y lo lamentaras.

-Solo he venido a llevarme al niño.

Se hecho la capucha hacia atrás para confirmar que la persona que había hablado la conocía. Ambos sorprendido pero con expresión seria se miraron. Sure no bajo la espada cuando continúo con el tratamiento para aliviar el dolor del niño, este la miro y sonrió.

-Gracias señorita ¿Acaso eres un ángel y yo estoy muerto?

-No lo estas, y no soy un ángel querido.- Suspiro.- Solo no he querido que te quemaras.

-¿Por qué lo has ayudado aun después de ver que era?

-Ya lo dije sanguijuela. Porque no querido que se queme.

-Es tu enemigo.

-Es un niño. No tiene culpa del pecado de sus padres.

-¿Tío?.- Pregunto el niño al ver al Conde.

-Si Cristian, soy yo.

Sure miro fijamente al niño y luego se levanto con cuidado, volvió a ponerse la capucha al volver en dirección a las llamas. El Conde la siguió.

-Espera ¿Por qué no has tomado esta oportunidad para acabar conmigo, mujer?

-No creas que te he perdonado sanguijuela, solo se que el niño necesita atención cuanto antes, así que ve y llévatelo antes que empeore. Luego habrá tiempo para acabar con tu vida. Ya que eres quien planeo la invasión a mi reino.

El Conde tenia la mano en la empuñadura de su espada cuando la Reina volteo y una fuerte briza helada lo hizo retroceder a el y al fuego.

-Si mi enemigo me debe un favor es más satisfactorio que una batalla ganada.- Susurro la Reina al desaparecer.

El Conde admitió que era una digna rival, pero que eso no cambiaría sus planes. Mientras llevaba al Cristian pensó que sino era humana era difícil de eliminar, pero si era mujer iba hacer mas fácil de controlar, como lo hizo con aquella joven.

-Si se da la oportunidad, y esa estatua de crista llegara a tener sangre caliente en sus venas, seria un deleite poder saborearla desde su blando cuello y dominarla como a la mujer que aparenta ser esa criatura.

Rió para sus adentro. Un nuevo plan se había trazado, y este tenía un 100% de probabilidades de tener éxito. Pero antes debía conseguir el corazón helado de la Reina Sure.




Parte 3                                                                      Parte 5

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