Él
entro a la habitación oscura, hecho un vistozo en ella solo para confirma la
ausencia de la dueña. No tenía que temer, estaba solo. Fue directo a la mesa de
madera donde reposaba el espléndido objeto de su codicia, el cofre que contenía
el corazón de la reina. No tenía que luchar más con ese Reino de Hielo que
tantos problemas le causaba, los vampiros podían vivir en paz es sus tierras
sin preocuparse ni del sol, ni de los habitantes del Reino de Hielo y mucho
menos tener que molestase por la Reina Sure, la espeluznante y sangrienta Reina
Helada.
El
rumor de que ella se había arrancado el corazón y guardado en ese cofre, era
ahora, la mas valiosa información que logro conseguir el Conde Damion.
Sonriendo por su victoria tomo el cofre y se deleito sin
percatarse que la temperatura de la habitación había descendido
tanto que las paredes se congelaron. Solo cuando las ventanas que estaban
frente a él se volvieron hielo se dio cuenta de que la dueña del cofre estaba
detrás. Callada, observando como la piel del Conde se erizaba al darse
cuenta de su presencia.
-Es muy descortés entrar a la habitación de una
dama sin su consentimiento. Sanguijuela.
Todavía estaba sosteniendo el cofre cuando sintió en su
cuello el filo de la espada de la Reina Sure.
-Sinceramente ¿Vas a arriesgarte a cortarme el cuello
mientras sostengo tu corazón entre mis manos?
La Reina Sure se rió fríamente.
-
Admito que mi corazón es una roca de hielo, y que lo que se encuentra en el
cofre lo párese; pero no es mi corazón. Solo es un diamante.
Se
acercó a él, estiró su frío y esbelto brazo para abrir el cofre. Diamantes.
Solo rocas sin valor ante los ojos del Conde vampiro que quería poseer entre
sus manos la vida de su enemigo.
-¿Eso
quiere decir que tu corazón es una roca de hielo?
-Si.
-Bien.
Rápidamente
desenvaino su espada librándose del filo mortal de la hoja de la Reina. Sus espadas se
rosaban feroz, sus habilidades sobre humanas aterrorizarían a cualquiera.
Mientras la pelea continua ninguno planea retroceder, la guerra entre los hijos
de la noche y las habitantes del Reino Helado podría termina aquí, en la
habitación de la Reina. Solo uno debe morir. Sure logro herir a su rival en el
hombro y en la mejilla, la sangre tiño el mármol del piso, siempre fue una
mortífera rival. Dos movimientos del Conde fueron suficiente para desarmar a su oponente y la
lanzó a la cama, se sentó enzima de ella inmovilizándola. Sus ojos rojo
brillaron por el aparente triunfo.
-En
vez de arrancar un trozo de hielo inservible- Dijo el Conde sosteniéndole el
rostro - derretiré aquello que llamas corazón, para poder saborear la sangre que
debe fluir por el, mi Reina.
Antes
de que pudiera hacer nada los labios del Conde rozaban los suyos con un suave y
cálido beso. La sangre cayo en el pulcro traje blanco de ella; un respiro se
necesitó para que Sure apartara al Conde.
-Vampiro
estúpido, jamas podrás hacer semejante cosa.
-Lo
intento Mylady.
Volvió a besarle con mas pasión, deslizó su mano por la
cintura atraiéndola mas a su cuerpo. El calor de Conde invadió
poco a poco a Sure, sus pálidos labios se tornaron rojo carmesí lo que alentó
mas al Conde. Dejo los labios y bajo lentamente hacia el
escote deteniéndose en la palpitante vena del cuello. Presionó tiernamente
sus labios sobre la helada piel, ella lo sujeto por los hombros y trato de
alejarlo pero con el simple roce de los labios en su cuello le produjo una
descarga de calor por todo el cuerpo, el también lo sintió y no pudo contener
el feroz impulso que lo invadió, apretó la quijada y encajo los filosos caninos
en el blando cuello. Un solo gemido salió de la boca de Sure.
La
Luna observo la sangrienta escena, única testigo de como dos rivales en guerra
de mostraban libremente quienes eran . El Conde se apartó y acarició el
sonrojado rostro.
-Lo
siento Mylady, fue un pequeño minuto de locura.
-Si
lo vuelves hacer.- rasgo la camisa del Conde dejando expuesta la herida de su
hombro y con sus finos dedos trazaron el musculoso brazo- te arrancare el
brazo. Sanguijuela.
En el
campo de batalla derramaban sangre de ambos bandos, pero esa noche,en la
habitación de la Reina, la pasión fue los que se derramó, derritiendo el hielo
de las paredes... noches frías, noches cálidas, noche de pasión. .. pasaron
muchas noche frías; pero se dice que cuando las noches cálidas comenzaron a ser
frecuente, poco a poco la guerra seso... O eso se pensaba. El plan del Conde iba en marcha.