-¡Luna! ¡Adán me
esta lanzado barro!
-No es verdad.
-No tiene porque
estar peleando. Adán discúlpate con Mary.
-Pero yo no le
hice nada. Esta mintiendo.
-Nunca digas
mentiras para encubrir tus acciones, sean justas o injustas, debes darle la
cara a las consecuencias soldado.
El pequeño rostro
se coloro cuando levanto su manita y la situó en su frente.
-¿Aun que ella
fuera la que empezó?
-Tienes razón,
ella también debe disculparse por hacerte muecas a tu espalda, y tú por
lanzarle barro. Así que se deben estrechar las manos y olvidar el asunto.
Los niños se
miraron brevemente con desconfianza; el rubio cabello de Mary todavía tenía
tierra y en el brazo de Adán comenzaba a verse un pequeño círculo rojo, hacer
las pace implicaba dejar la pequeña riña en el olvido y deshacerse de los
planes de revancha. Luna tosió volviendo la atención a ella.
-Mientras mas
tarden en disculparse el corazón se convertirá en piedra. No es bueno eso
queridos, porque los que tiene piedras por corazón ya no pueden ser felices y
jugar.
Horrorizados de
semejante idea los niños se dieron las manos y se disculparon mutuamente
prometiendo que en el futuro se moderaría en sus juegos para no ofender al
otro; ya que no hay nada mas espantoso para un ser sin malicia, como son los
niños, que el hecho de no poder reír mientras juegas. Una verdadera pesadilla.
Reconciliados Adán y Mary continuaron en su búsqueda de piedras extrañas para
su colección. Luna los observaba con una sonrisa. Faltaba poco para que el
Conde regresara de su viaje, lo sabia por los susurros del viento que empezaban
a barre la atmosfera lúgubre de la propiedad Millen, mientras que la suave brisa
hacia baila las hojas caídas y revoloteaba los cabellos negros de la joven
dejando escuchar su suave melodía melancólica. Un para de pisadas, casi imperceptible,
detuvieron la silenciosa orquesta de aire. Como cuando las aves vuelan lejos
del cazador. Ahí de pies a espalda de la joven se encontraba la señora Millen;
su cabeza siempre en alto estaba cubierta por un enorme sombre azul con plumas de pavo real, y un traje
conservado de unas tres entonaciones mas oscuro que el sobre le cubría el
delgado cuerpo.
-¿Corazón de
piedra? Si ese fuera el caso muchos de mis conocidos, y hasta yo misma, dirían
que la felicidad es un mito creado por la envidia que tienen los niños sobre la
convicción incorrupta del amor a la perfección, en su aspecto social, que
tenemos los adultos.
-Una sociedad
conformada por egocéntricas, necias y orgullosas creaturas sin alma, a mi
parecer. Lejos de tener corazón de carne lo tienen de granizo. Pobres niños que
tienen que crecer y ser parte de ella, convirtiéndose uno mas de las almas
corruptas - Replico Luna sin ni siquiera voltear hacia su interlocutora.
-Una reflexión
muy pueril para alguien que oculta sus verdaderas intenciones. He visto muchas
mujeres tratar de entrar a mi familia con perspicacia que usted, aun naufragaron
en su intento. Tengo una pregunta al respecto: ¿Fue con esas ingenuas palabras
que lograste seducir a mi hijo?
-Señora,
subestima al Conde. Él no es alguien que se deje llevar por dulces palabras y
lindas miradas. Pero tengo que felicitarla ya que el Conde es muy bueno
deduciendo que clase de persona tiene a su alrededor.
-Es un Millen después
de todo, es algo innato, aunque después de que te trajo a la mansión he
comenzado a dudar de su buen juicio. Se que le ocultas la verdad de porque
estas aquí; no me engañas con tu carita angelical y tus buenos modales, después
de todo solo eres una gitana.
-Me parece que
quiere decir que estoy detrás de la fortuna Millen, lo mejor es que he
embaucado al Conde como la indecorosa mujer que cree que soy.
Una dulce risa
salió del pecho de la joven. Pensar que su motivo de habitar la mansión Millen
era por fines mundanos egoístas era como decir que los peses que nada en vino
viven por mil años. La señora Millen no le causo gracia, pero en vez de
enojarse contra la protegida de su hijo se contuvo y habla fríamente:
-Esto me
demuestra que estoy en lo cierto. La gente esta ciega al no ver tu verdadera
cara, una aprovechada de cuarta.
-Si ese es el
caso ¿No cree usted que ya a estas alturas estaría casada con el Conde, y mi
posición seria más elevada y respetada que la suya? No pierda su tiempo
tratando de poner sangre en el hocico del cordero para que piensen que mato al
granjero.
Antes que la gran
señora pudiera responder, un criado llego corriendo con un sobre blanco en la
mano. Le dijo que se fuera pero este le mostro el sello que estaba marcado con
será rojo en el papel; no tardo mucho en reconocerlo y arrebatárselo de las manos.
Cuidadosamente leyó las perfectas letras cursivas escritas en tina negra. Una
leve sonrisa se curvo en los delgados labios, pero desaparecieron al volver la
vista a la joven.
-Espero que el
mal gusto de mi hijo no se contagie. Debes estar rebosante de alegría a ver que
te trajo a la mansión, pero no creas que te vas a quedar; no permitiré que
alguien de tan baja alcurnia se mezcle con nosotros.
Luna sin responde
a la ofensa siguió tejiendo la corana de margaritas. No era momento para aumentar
su fiereza, la alegría quería remplazar ese irritante sentimiento y ella no se
lo iba impedir. De reojo pudo ver la elegante escritura en la parte trasera de
la carta, definitivamente era alguien de la nobleza. La señora Millen se
retiro, solo en aquel momento Luna volteo en su dirección por primera vez. Veía
la diosa de la avaricia y su hermana la soberbia bailaba de felicidad alrededor
de la señora, rebosantes de felicidad; pero una tercera diosa no bailaba sino
que se quedo atrás al darse cuenta que Luna la podía ver; se acerco a la
joven y le dijo:
-Tú no eres
humana ¿No?
-Te equivocas,
soy humana.
-¿Entonces porque
no siento dulces pensamiento en ti? Esa vieja te ha llamado oportunista y no le
has dicho nada. Además la carta que a recibido te tubo que haber afectado, era
del Duque Loreis.
Una lúgubre mueca
surco por unos momentos el rostro de Luna. La diosa de la envidia bajo hasta
ella y riendo le susurró al oído:
-El no es a quien
buscabas.
-¿Porque no regresas
con su dueña? La verdad la repulsión me invade cuando tengo cerca a alguien
asediosa como usted. Bebería irse rápido antes que mi paciencia se agote - Un
fuerte viento soplo convirtiendo los largos cabellos negros en látigos capaces
de cortan las rocas- diosa de la envidia ¿Qué esperas?
La envidia
rechino los dientes de indignación, un negro látigo rompió un trozo de piedra
de la roca que le servía como asiento a la joven, volviéndolo un proyectil que
fue a dar en el blanco rostro de la envidia. Un verdoso líquido emergió de la
herida y al caer en las hierbas estas se marchitaron. La diosa dio marcha atrás
y regreso con sus hermanas, no sin antes volverla mirada a Luna. Los niños
acababan de volver con la mejillas coloradas y las manos llanas de hojas y
tallos, su deleite por la diversión no se comparada con la satisfacción de
sentirse apoyado de su compañero en el cumplimiento de una misión. Sus risas
llenaron el aire. Lunas los acarició en sus desordenadas cabelleras.
“Soy humana. Ya
que nosotros podemos decidir que sentimientos pueden habitar en nuestros corazones.
Alimentarlos, eso es con ayuda” Pensó.