domingo, 27 de julio de 2014

La Primera Hoja (Capitulo V)

-¡Luna! ¡Adán me esta lanzado barro!

-No es verdad.

-No tiene porque estar peleando. Adán discúlpate con Mary.

-Pero yo no le hice nada. Esta mintiendo.

-Nunca digas mentiras para encubrir tus acciones, sean justas o injustas, debes darle la cara a las consecuencias soldado.

El pequeño rostro se coloro cuando levanto su manita y la situó en su frente.

-¿Aun que ella fuera la que empezó?

-Tienes razón, ella también debe disculparse por hacerte muecas a tu espalda, y tú por lanzarle barro. Así que se deben estrechar las manos y olvidar el asunto.

Los niños se miraron brevemente con desconfianza; el rubio cabello de Mary todavía tenía tierra y en el brazo de Adán comenzaba a verse un pequeño círculo rojo, hacer las pace implicaba dejar la pequeña riña en el olvido y deshacerse de los planes de revancha. Luna tosió volviendo la atención a ella.

-Mientras mas tarden en disculparse el corazón se convertirá en piedra. No es bueno eso queridos, porque los que tiene piedras por corazón ya no pueden ser felices y jugar.

Horrorizados de semejante idea los niños se dieron las manos y se disculparon mutuamente prometiendo que en el futuro se moderaría en sus juegos para no ofender al otro; ya que no hay nada mas espantoso para un ser sin malicia, como son los niños, que el hecho de no poder reír mientras juegas. Una verdadera pesadilla. Reconciliados Adán y Mary continuaron en su búsqueda de piedras extrañas para su colección. Luna los observaba con una sonrisa. Faltaba poco para que el Conde regresara de su viaje, lo sabia por los susurros del viento que empezaban a barre la atmosfera lúgubre de la propiedad Millen, mientras que la suave brisa hacia baila las hojas caídas y revoloteaba los cabellos negros de la joven dejando escuchar su suave melodía melancólica. Un para de pisadas, casi imperceptible, detuvieron la silenciosa orquesta de aire. Como cuando las aves vuelan lejos del cazador. Ahí de pies a espalda de la joven se encontraba la señora Millen; su cabeza siempre en alto estaba cubierta por un enorme sombre azul  con plumas de pavo real, y un traje conservado de unas tres entonaciones mas oscuro que el sobre le cubría el delgado cuerpo.

-¿Corazón de piedra? Si ese fuera el caso muchos de mis conocidos, y hasta yo misma, dirían que la felicidad es un mito creado por la envidia que tienen los niños sobre la convicción incorrupta del amor a la perfección, en su aspecto social, que tenemos los adultos.

-Una sociedad conformada por egocéntricas, necias y orgullosas creaturas sin alma, a mi parecer. Lejos de tener corazón de carne lo tienen de granizo. Pobres niños que tienen que crecer y ser parte de ella, convirtiéndose uno mas de las almas corruptas - Replico Luna sin ni siquiera voltear hacia su interlocutora.

-Una reflexión muy pueril para alguien que oculta sus verdaderas intenciones. He visto muchas mujeres tratar de entrar a mi familia con perspicacia que usted, aun naufragaron en su intento. Tengo una pregunta al respecto: ¿Fue con esas ingenuas palabras que lograste seducir a mi hijo?

-Señora, subestima al Conde. Él no es alguien que se deje llevar por dulces palabras y lindas miradas. Pero tengo que felicitarla ya que el Conde es muy bueno deduciendo que clase de persona tiene a su alrededor.

-Es un Millen después de todo, es algo innato, aunque después de que te trajo a la mansión he comenzado a dudar de su buen juicio. Se que le ocultas la verdad de porque estas aquí; no me engañas con tu carita angelical y tus buenos modales, después de todo solo eres una gitana.

-Me parece que quiere decir que estoy detrás de la fortuna Millen, lo mejor es que he embaucado al Conde como la indecorosa mujer que cree que soy.

Una dulce risa salió del pecho de la joven. Pensar que su motivo de habitar la mansión Millen era por fines mundanos egoístas era como decir que los peses que nada en vino viven por mil años. La señora Millen no le causo gracia, pero en vez de enojarse contra la protegida de su hijo se contuvo y habla fríamente:

-Esto me demuestra que estoy en lo cierto. La gente esta ciega al no ver tu verdadera cara, una aprovechada de cuarta.

-Si ese es el caso ¿No cree usted que ya a estas alturas estaría casada con el Conde, y mi posición seria más elevada y respetada que la suya? No pierda su tiempo tratando de poner sangre en el hocico del cordero para que piensen que mato al granjero.

Antes que la gran señora pudiera responder, un criado llego corriendo con un sobre blanco en la mano. Le dijo que se fuera pero este le mostro el sello que estaba marcado con será rojo en el papel; no tardo mucho en reconocerlo y arrebatárselo de las manos. Cuidadosamente leyó las perfectas letras cursivas escritas en tina negra. Una leve sonrisa se curvo en los delgados labios, pero desaparecieron al volver la vista a la joven.

-Espero que el mal gusto de mi hijo no se contagie. Debes estar rebosante de alegría a ver que te trajo a la mansión, pero no creas que te vas a quedar; no permitiré que alguien de tan baja alcurnia se mezcle con nosotros.

Luna sin responde a la ofensa siguió tejiendo la corana de margaritas. No era momento para aumentar su fiereza, la alegría quería remplazar ese irritante sentimiento y ella no se lo iba impedir. De reojo pudo ver la elegante escritura en la parte trasera de la carta, definitivamente era alguien de la nobleza. La señora Millen se retiro, solo en aquel momento Luna volteo en su dirección por primera vez. Veía la diosa de la avaricia y su hermana la soberbia bailaba de felicidad alrededor de la señora, rebosantes de felicidad; pero una tercera diosa no bailaba sino que se quedo atrás al darse cuenta que Luna la podía ver; se acerco a la joven  y le dijo:

-Tú no eres humana ¿No?

-Te equivocas, soy humana.

-¿Entonces porque no siento dulces pensamiento en ti? Esa vieja te ha llamado oportunista y no le has dicho nada. Además la carta que a recibido te tubo que haber afectado, era del Duque Loreis.

Una lúgubre mueca surco por unos momentos el rostro de Luna. La diosa de la envidia bajo hasta ella y riendo le susurró al oído:

-El no es a quien buscabas.

-¿Porque no regresas con su dueña? La verdad la repulsión me invade cuando tengo cerca a alguien asediosa como usted. Bebería irse rápido antes que mi paciencia se agote - Un fuerte viento soplo convirtiendo los largos cabellos negros en látigos capaces de cortan las rocas- diosa de la envidia ¿Qué esperas?

La envidia rechino los dientes de indignación, un negro látigo rompió un trozo de piedra de la roca que le servía como asiento a la joven, volviéndolo un proyectil que fue a dar en el blanco rostro de la envidia. Un verdoso líquido emergió de la herida y al caer en las hierbas estas se marchitaron. La diosa dio marcha atrás y regreso con sus hermanas, no sin antes volverla mirada a Luna. Los niños acababan de volver con la mejillas coloradas y las manos llanas de hojas y tallos, su deleite por la diversión no se comparada con la satisfacción de sentirse apoyado de su compañero en el cumplimiento de una misión. Sus risas llenaron el aire. Lunas los acarició en sus desordenadas cabelleras.


“Soy humana. Ya que nosotros podemos decidir que sentimientos pueden habitar en nuestros corazones. Alimentarlos, eso es con ayuda” Pensó.


Capitulo IV                                              Capitulo VI

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