La ciudad duerme, pero él no descansa.
Sus ojos arden y su piel quema.
Quiere morir, pero no puede.
Quiere enfermar, pero es inmortal.
Quiere matar, pero su corazón se lo prohíbe.
Quiere caer en picada pero sus alas no dejan de volar.
Su pecho está relajado, pero sueña con el pasado.
Su rostro está apacible, pero su corazón quiere detenerse.
Sus pensamientos son blancos como la leche, pero despedazan la piel y los huesos de quien los toque.
Cuando sonríe, las tinieblas se alejan.
Cuando se ríe, los monstruos huyen.
No existe oscuridad que pueda contra él.
No existe mal alguno que lo derrote.
Dice que puede cargar con todo el dolor, pero sus alas se quiebran.
Dice que nunca más volverá a confiar, pero sus ojos brillan de seguridad cuando mira su reflejo.
Es un hombre solitario y cansado, frío como el rocío de la madrugada y noble como el corazón de un León.
Tiene miedo pero su espada atraviesa mares y desiertos.
Nada lo rompe porque ya está roto.
Puede destruir la tierra o crear vida, y en su libreta hay versos sin terminar.
Sus ojos se llenan de lágrimas que jamás caen y su cuerpo maltrecho puede matar al enemigo eterno.
Con un beso me roba el aliento, con su mirada nubla mi razón, con sus caricias me lleva al cielo. Y cuando me hace el amor, creo que Dios me ha perdonado cada error.
Es un ángel hecho de espera y virtudes; lleno de luz y un gélido suspiro que inunda mis pulmones.
Es un héroe con la piel lastimada, tiene manos ásperas y llenas de cicatrices. Sus ojos son dos lunas brillantes y cuando llego al climax, puedo sentir el amor de Dios recorrer mi vientre.
Él quiere trascender hasta el infinito, buscar claridad entre sus pensamientos rotos y memorias sin color.
Él quiere estar bien y por eso no deja que nadie entre a su amargo corazón.
Mis labios están en sus labios agrietados, listos para depositarle calidez con la punta de mi lengua.
¿Tienes sueño mi ángel valioso?
¿Puedo arrancarte la piel con mis besos hasta llegar a tu alma?
Luces brillantes aparecen en el firmamento. La luna se esconde entre la inconsciencia de tus sueños y yo sólo veo tus labios secos exhalar palabras que no comprendo.
Tus piernas alrededor de mi cuerpo, tus manos sin dirección sobre mis pechos. Tus cabellos revueltos y tus bellos suspiros mientras Morfeo te arrulla como hoja en el viento.
No te importa mi cuerpo lleno de marcas y moretones, ni toda la droga que alguna vez estuvo dentro.
Tampoco te importa con cuántos hombres estuve y cuando dices que soy tan pura como la miel, yo en verdad te creo.
Mis labios pronuncian tu nombre en cada noche y mis ojos siempre te buscan entre las nubes.
No importa el día y la hora, sé que tú llegas como el viento de febrero o el polen que hormiguea mi nariz en las tardes de abril.
Y cuando me vez marchita decides ser mi aguacero.
Yo soy una parte de tu alma en pedazos, y aunque jamás pueda tenerte entre mis brazos, ver la luz de tu mirada cansada es mi más grande tesoro.
¿Qué más podría pedir? Si ambos somos tempestad en una ciudad en ruinas, completamente desbordados de ese amor puro, ardiente y lleno de espinas.
Conoces mi alma y cada una de mis heridas.
Te quedaste aún siendo un ave libre. Y tú corazón frío decidió darme un hogar.
No puedo evitar preguntarme si merezco ese lugar, pero cuando menos lo espero, tú decides robarme un beso para que jamás vuelva a dudar.
No eres mi príncipe, eres mi ángel de paz.
Y aunque sea un caos lleno de dolor, ten la certeza de que en mi diario olvidado, tú siempre serás el dueño de ese te amo solitario escrito en la última página, porque eres mi más grande amor.
Autor: J.D