jueves, 14 de mayo de 2020

El bosque del Sistema Aurora





  • ¡Holiiiis! ¿Quien está aquí?.- grito Luisa a la nada.


Antes los ojos de la chica veía remolinos violeta y verde que empezaba a tomar forma. Era un lugar enorme; justo luego de llegar había una calle empedrada y olía a frío. Norma fue quién escuchó la voz. 


La voz de Luisa se oía como eco. Algunos pájaros se asustaron. 


  • Parece que estás perdida.- dijo Norma. 


Norma tenía el cabello recogido en una cebolla. Era morena, ojos avellana y muy chaparrita. Más aún que Noel (su contraparte masculina). Lucía un uniforme de policía. Norma se rió.


  • Vente, hay que encontrarnos con las demás.


Luisa abrió muchos los ojos. Había escuchado tanto sobre cómo era Norma pero nunca la había visto. Se dejó guiar, pero por dentro se debatía si preguntar por su contraparte Noel. Al final solo observo cómo la brisa movía la copas de los árboles.


Casi pensó que se podía escuchar cantos elficos. Pero no podía estar segura. Solo había escuchado una balada por Milton.


Norma dejo escapar un suspiro. Caminó en silencio con Luisa, dándole a ella la prioridad de ir levemente delante. Ella portaba un arma, solían haber coyotes cerca.


  • Justo ahí está el transportador. Ven.


Normal le guío hasta un árbol grande y viejo. Cerca de una vieja casa a la orilla de la calle. El viento gélido soplaba suave y el cielo estaba nublado. Norma tocó la corteza y miró a Luisa con ojos divertidos. 


Se rió.


  • Vamos, pon la mano sobre la corteza. Y te prometo que contesto el otro rol.


  • Te odio.- le reprocho Luisa.


No contuvo un puchero al escuchar lo que decir Norma. Se veía tan niña, pero no le importo. Obedientemente colocó la mano sobre la corteza. 


No sabía porque pero veía todo con una tonalidad de violeta y verde oscuro. Supuso que era su imaginación. Rápidamente el árbol las llevó a un punto sumamente lejos. Era un transportador. Se sintió un enorme jalón y aterrizaron justo al borde del bosque.


Luisa se tambaleó y cayó al suelo, ahí estaban Tina, tenía el cabello atado en una coleta alta y larga, rubia y con flequillo. Usaba pantalones negros, una blusa escotada, botas, arracadas grandes y labios rojos. Milton, quien cargaba con muchas cosas, sólo se acomodo sus gafas. Jane, quien estaba fumandose un cigarrillo tenía su cabello azul, revuelto y atado en una coleta mal hecha. Una playera rota y pantalones de mezclilla igual de rotos. 


Luisas con su 1.60 de altura, se sentían más que nunca como una niña. Miraba con ojos desorbitados a Tina, su sonrisa se amplió más cuando vio a Janes. Sentía que a esta última tenía mucho sin ver. Sus lágrimas se salieron pero su sonrisa nunca desapareció. Sintió que dejó de llorar cuando vio a Milton, el pequeño y lindo Milton. Por dentro ella sintió tanta ternura por aquel pequeño, pero verlo siempre la calmaba. 


  • ¡Al fin llegaron! Puta madre, tardaste mucho, Norma.- dijo Tina. 


Ella ayudo a Luisa a levantarse y la abrazo fuerte.


  • Mil disculpas. ¿Y dónde está la abuela Jenny?.- dijo Norma. 


Jane la miró. 


  • Jenny anda con su presión alta. No podrá asistir. Pero no importa. Hey, Luisa.- dijo riéndose. Jane exhaló el humo del cigarrillo y Milton le aventó un arma, misma que empezó a checar en el cartucho.- Será una caminata larga. 


Estaban al borde del bosque. Sintió cómo el viento removía las copas de los árboles. Milton saludo a Luisa con una sonrisa tímida mientras Reyna, una mujer de cabello rubio y orejas puntiagudas las cual trataba de ocultar con su cabello se acercó a la recién llegada y la saludo de mano.


  • Hola, yo soy Reyna, es un gusto.


Luisa despertó de sus ensoñamiento cuando sintió la mano de la rubia. Dio un salto hacia atrás. Se asustaba fácil. Siempre ha sido así. Parpadeo varias veces para recuperarse del asombro y la detalló. Definitivamente ella era más alta que Luisa y era esbelta a los ojos de ella.


Su presencia fue lo que la hizo entender que podría estar a salvo. 


  • H-ola.- sonrió.- gustó en conocerte al fin. Me han hablado de ti. Pero por alguna extraña razón siempre se me olvida.


Reyna apretó los labios y echó un suspiro.


  • Si, soy quien carga con la desconfianza. Iremos a ver si encontramos a gente de mi especie.- soltó con voz seca.


Reyna usaba un tono frío al hablar, Luisa la miro fijamente con determinación, las emociones que la habían embargado al ver a sus amigos en su forma chica se había desvanecido; la cautela la había sustituido.


  • Ay Reyna, quita ya esa cara.- dijo Tina con esa sonrisa serpentina. 


Se rió y Jane rodó los ojos.


  • Vamos ya. Bola de niñas.- soltó Jane. 


Las chicas se rieron mientras Milton se acercó a Luisa.


  • ¿Gusta que le ayude con su morral o así está bien?.- dijo el pequeño androide. 


Luisa no quería hacer que el pequeño cargara más cosas. Por lo cual sonrió dulcemente, le revolvió el cabello mientras lo miraba con ternura.


  • Estoy bien amor, solo no me dejes sola.- dijo Luisa a Milton.


Vio cómo Janes  con rápidas zancadas se adentraba en el bosque. No pudo evitar pensar en un lobo a punto de cazar. Amaba como su cabello salvaje y azul contrastaba con todo a su alrededor gritando “peligro, aléjense”. Norma alzó una ceja


  • Tia Jane parece apurada. Mejor seguirla antes de que nos agarre la noche.


Tina le dió una suave palmada a Luisa.


  • Vamos, vamos. Milton y yo iremos contigo. Deja a la loca pitufa que vaya adelante.- soltó la rubia y se rió.


Soltó una risita al escuchar cómo Tina llamaba a Jane. Sintió la mano de Tina tan familiar como si antes ya se fueran abrazado. Lo cual no es del todo mentira. Dos almas si que se pueden abrazar. Se alegró al saber que su amiga tampoco se separaría de ella. Estaba tan emocionada y a la vez asustada.


Tina miró a Luisa con cariño. Ella y Milton la acompañaron mientras se introducían al bosque; la rubia comenzó a molestar a Reyna. 


  • Hay Rey.- le dijo a modo de sobre nombre. La elfa se tapó más las orejas.- ¿Por qué esa cara? ¿Acaso extrañas a la señorita duda? ¿ja?


Comenzó a reírse. Reyna se quedó callada al escuchar como Jane regañaba a Tina.


  • Te dejé venir si dejabas tu maldito veneno a un lado, Tina. Déjate de estupideces.- espeto la chica. 


Se escucharon ramas romperse. Milton agudizó su oído.


  • Parece que son animales, tía Jane — dijo el niño.


  • Bien, tengan cuidado. Muévanse.- dijo la peli azul.


Tina rodo los ojos y camino junto a Luisa. Pasaron un buen rato hasta que llegaron a un sendero.


  • Tal vez... Deberíamos ir por otro camino.- dijo Reyna. 


Su tono cambio a inseguro y Norma se acercó a ella.


  • ¿Por qué lo dices, tía? — dijo Norma en tono calmo.


Reyna apretó los labios.


  • No me gusta este lugar. ¿Y si los elfos no nos quieren ver?


  • ¡Ay por favor! ¡Vienes tú con nosotras, Reyna! ¿No ves que es imposible que nos mal traten si...


Tina dejo de hablar porque una flecha pasó por encima de su nariz. Soltó un jadeo. La flecha se clavó en un árbol y Norma rápidamente levanto un arma, al igual que Jane.


Luisa busco con la mirada todo aquello que se moviera. Sintió como se tensaban todos pero ella era ajena a ese lugar. El peligro lo veía como una escena de teatro. Llego a su cabeza los recuerdo compartidos por Aurora sobre la vez que los elfos la atacaron y ella se defendió. 


La cara arrugada y perlada del elfo mayor con sus ojos llenos de frialdad mirándola. No los querían allí y no titubearían en sacarlos del camino. 


Pero esta vez era diferente. No sabía porque se sentía segura. Solo espero con paciencia. No iban a cruzar armas... hoy no. ¿Por qué?


Tres elfos bajaron con fuerza de los árboles. Eran mujeres altas. De cabellera negra. Piel morena y ojos verdes. Las trillizas alcatraz. Parecían aves negras. 


Reyna rápidamente se levantó del suelo. Su inseguridad era enorme y se sentía densa. No quería que hirieran a sus hermanas. 


  • C-chicas. Soy yo... Soy yo. Por favor. Alto.- dijo desde atrás de Jane y Norma. 


Las elfas eran enormemente altas. Sus cabellos se revolvían fuerte por el viento del poniente. Jane escupió en el suelo.


  • Solo estamos explorando. Y tenemos permitido hacerlo. El bosque oscuro también es parte de nuestro territorio. Si agreden a una de mis chicas, el protector principal se molestará mucho.- dijo Jane sin bajar el arma. 


Las elfas se quedaron calladas. Agudizaron su mirada y la mujer de enmedio miró a Reyna. Después a las demás. 


  • Tú... No eres de aquí.- dijo la elfa refiriéndose a Luisa.


Reyna se mordió los labios.


  • No, pero ella no es como los demás. Sólo estábamos explorando. Déjanos pasar. No vamos a causar problemas. Y lo sabes.


Luisa miró esos verdes ojos. Eran duros. Aterradores y fascinantes. Tardo en darse cuenta que la elfa se refería a ella. Parpadeo. Dio un paso hacia delante y tocó la mano de Janes. El arma era fría. Era la primera vez que tocaba una. Siempre pensó que tendría miedo de hacerlo. Pero se sintió tan vacío... nada especial si no fuera porque tocó por primera vez la piel de Jane. La miro con súplica de que bajará el arma.


Jane enseguida bajo el arma cuando  Luisa se acercó a ella. Pero Norma no la bajo.


Miro hacia las elfas. Estaba maravillada. Nunca pensó que se verían así... sintió su dura mirada. No era la primera vez que la juzgaban. Se dio cuenta que el problema era ella. Sus amigas podían irse tranquila... 


“Entiendo sus desconfianzas... no esperaría menos” pensó Luisa.


  • Se que piensan que soy intrusa. Así me siento cuando me miran. Pero no me iré.- de repente se siento muy calmada. No le importaba si las atacaban o no. No era importaba para ella.- Si no confían en mi es justo de su parte, así que creo que podrían venir a explorar con nosotros...- se encogió de hombros.- Sería más fácil ya que ustedes sí conocen el lugar.


Nadie habló por unos segundo. Luisa espero la respuesta de las elfas la miraron por un largo rato. 


Reyna observó a las trillizas y apretó los labios. 


  • Es una buena idea... ¿Por qué no...


Reyna no termino de decirlo ya que las elfas la callaron. 


  • Pueden pasar. No importa. Mientras sepas lo que haces.- dijeron mirando a Reyna.


Tina sintió su cólera subirse por su garganta. Sintió las miradas de las elfas encima pero ella no bajo la mirada. 


Jane soltó un bufido.


  • Bien, entonces gracias. Traemos un niño, no es como si vinieramos a joder. La propia Reyna sabe que Luisa es buena chica. Saben que antes ya cometimos errores pero no ahora. Y menos con ella.- dijo la peliazul.


Saco una cajetilla de cigarros y encendió uno. Exhaló el humo. 


  • Bien. Si el odio, la ira, la desconfianza y la psicopatía confían en ella. Pasen. A unas millas está la aldea.- Dijo la elfa. 


Norma miró a las tres y luego bajo el arma .


  • Gracias. 


Las elfas tocaron uno de sus amuletos con pico de cuervo y desaparecieron.


Tina soltó un bufido.


  • De verdad, me estaba calentando la cabeza. ¿Ya podemos irnos? Los mosquitos me joden.- se rió y Jane hizo lo mismo. 


  • Quita esa cara, Reyna. No nos hicieron nada. Menos a Luisa. Así que anímate.


Tina miró a Luisa y sonrió.


  • Bonito espectáculo, ¿No?.- rio por lo bajo.- vamos, quiero ver esa aldea. La última vez Aurora no alcanzo a llegar. Quiero presumirle que nosotras si.


  • Creo que esto solo es el abreboca.- sonrió Luisa al ver a Tina. 


No lo podía evitar, la voz de su amiga le traía recuerdos de conversaciones tontas y eso la ponía de buen humor.


Luisa se preguntó porque Reyna estaba tan tensa; no podía dejar de ver cómo fruncía los labios; quería que parara. Pero ya sabía por experiencia, uno no puede controlar los sentimientos de los demás por más que uno se esfuerce. 


Se enfocó entonces en quien tenía alrededor. Veía cómo el suave humo salía de los labios pálidos de Janes, era como ver una hermosa imagen de las que ella se la pasa buscando en internet. El dorado flequillo de Tina le divertía, definitivamente su energía la llenaba de alegría. El pequeño Milton, solo podía pensar en abrazarlo y no soltarlo, por eso evitaba verlo demasiado, sabía que era muy tímido. Y luego  estaba Norma... evitaba sentir la presencia de esta última. 


Sonrió para disipar sus pensamientos y camino cerca de Tina y Milton. Era inevitable querer su compañía.


  • Pregunta sería ¿aquí hay hadas?.- soltó Luisa.


Milton asintió.


  • Hay muchas aquí. Pero seguro están más adelante.- dijo el niño acomodando sus gafas y mirando hacia la arboleda. 


Jane apagó el cigarrillo.


  • ¿Quieres ver hadas? Síganme. Aunque la última vez se molestaron conmigo porque les di manotazos.- dijo la peliazul. 


Reyna por primera vez se rió y tina lo notó


  • Bien, andando que quiero verlas yo también. 


Siguieron caminando todas. Milton jamás se separó de Luisa y mucho menos Tina. Reyna se acercó a Norma. Quería apagar su maldita inseguridad pero no podía. Llegó a quedarse atrás para evitar joder a Jane con su presencia. Sabía que la peliazul era de mecha corta. 


Atravesaron un pequeño arrollo que les mojó los pies. Jane no dejo de ir adelante. Llegaron a un enorme claro, la poca luz de la reciente luna podía colarse como una diáfana translúcida a través de las hojas de los árboles. 


Milton agudizó su vista y un sonido robótico se escuchó suave al instante, pues sus pupilas se contrajeron.


  • Pff. Se supone que están por aquí.- dijo Jane. 


Tina puso sus manos en su cintura y pensó un poco.


  • Tal vez las hadas oscuras estén cerca. ¿Te gustaría verlas?.- le pregunto a Luisa con una sonrisa divertida.


  • ¡Pues claro que si! Eso no se pregunta. Vinimos a explorar.- respondió con alegría.


Luisa vio la luna y frunció el ceño. No le gusto como la miraba. Triste y melancólica. Sintió lo mismo con las elfas, esa sensación desafiante. No iba a dejar que esa luna mortífera le arruinara el paseo. Había esperado mucho para esta allí.


Cambio de ánimos y saltó como una niña entre las raíces de los arboles, hasta llegar a Jane. Vio a su amiga tan feroz. No se le quitaba la imagen del lobo al verla. Sonrió para sí misma. Luego vio qué Norma la miraba. Era tan diferente de Noel, le costaba pensar en ella como la contraparte de él. La veía cada vez más como su gemela. Le era más fácil verla de ese modo. Aunque fuera erróneo. 


Se rió. 


“Todo puede cambiar, solo hay que tener paciencia” pensó Luisa.


Tina se rió al verla. Las chicas hicieron lo mismo. La rubia sonrió y trono sus dedos. Un fuerte aroma a  azufre se llenó el lugar. Sus ojos se hicieron negros y su rostro se tornó cadavérico; Blanco y cuarteado. 


De la tierra comenzaron a salir serpientes negras y un ligero temblor sacudió el área. Jane se llevó a los labios un cigarrillo y exhaló el humo. Las serpientes comenzaron a vomitar unos pequeñitos cuerpos. Las hadas negras comenzaron a brillar de un azul marino. Sacudieron sus pequeños cuerpos de la saliva venenosa de las serpientes y comenzaron a volar.


Luisa se agachó para verlas mejor. El brillante azul venenoso hacía un contraste curioso con la saliva negra. Las serpientes se retorcían como lombrices, nada más asqueroso de ver, pero los colores ácidos y oscuros del suelo le eran difícil no quedársele viendo. 


Hipnotizada Luisa vio cómo sus asquerosos movimientos se hacia rítmicos, y el brillo oscuro la hizo pensar en destellos de recuerdos... mientras las pequeñas hadas negras salían con eso ojos negros como la brea y sonrisa perversa, sus risas burlonas llamaban a Luisa. 


“Se burlan porque saben que veo el enfermizo deseo de carne humana... de niños...” se dijo Luisa.


Unas hadas se le acercaron a esta sonriendo perversamente con sus diminutos vestidos de hojas muertas. Luisa las vio con frialdad; luego le sonrió con ácido en su ser.


  • Son tan pequeñas.- les dijo en voz baja para que sus amigas no la escucharan.- como los miserables que las hicieron nacer.


Ha las hadas no les gusto el comentario. Fruncieron el ceño.


  • Oh, lo siento ¿dije una verdad dolorosa acaso?.- bufó Luisa, y estiró una mano y logró tocar los pétalos podridos de una de ellas.- no sienpre fueron así ¿verdad? Dulce hada de azúcar.- el tono ácido se fue por completo sustituyéndolo una bondad que Luisa no sabía de donde venía.- Son hermosas a su modo pequeñas.


Las hadas miraron extrañada a Luisa y se alejaron de ella.


Tina desvió la mirada a las hadas. Iban y venían. Simplemente extrañadas al ver que no les tenían miedo. Jane las ahuyentó como si fueran moscas y Milton las observó con curiosidad científica. 


Algunas se acercaron a Tina y se sentaron en los hombros de la mujer. Dijeron algo en sus oídos y la rubia se rió. 


  • Por favor... Son asquerosas, Tina. Tu brea aún cala.- dijo Reyna. 


Las hadas le sacaron la lengua a Reyna y después se rieron. Se quitaron de los hombros de la rubia, dejando quemaduras graves y siguieron volando como si se trataran de mosquitos cancerígenos.


  • Son hijas mías, Reyna. Al final, tienen brillo aunque estén tragadas y muertas.- soltó ávidamente la rubia.


Las hadas comenzaron a a hacer una flor azul. Tina les trono los dedos, como siempre lo hacía. Caprichosa y ácida. Su cuerpo femenino de pronto comenzó a cambiar y su voz se hizo grave. 


  • Rápido, rápido.- soltó Tate. 


Una de ellas se acercó y le puso una florecilla azul marino en el cabello a Luisais. Pequeña, con olor a podredumbre, pero con un color que lentamente brillaba. Luisa dejó la flor donde la colocó la hada, a diferencia de la pequeña criatura alada la flore era fría como el hielo, si se la fuera puesto en la piel le fuera causado una quemadura. No quizo ser descortés. Sonrió en modo de agradecimiento haciendo una leve reverencia ante la hada. 


De pronto miro en dirección de Tate y abrió mucho los ojos. Sin pensarlo dos veces corrió hasta él y acercó las manos a las quemaduras de sus hombros deseando desesperadamente que pudiera curarlas con tan sólo tocarlas...


La piel de Tate ardía y eso no le gustó. 


  • Agáchate.- le ordenó firmemente a su amigo.


Sin esperar que este le obedeciera se puso en puntillas y tiró de los hombros de él hasta que logró arrodillarlo toscamente. Examinó con más detenimiento las heridas; usó el borde de su falda azul celeste y un poco de agua que agarró de las cosas que llevaba Milton para quitarle la brea negra. Quemaba al tacto pero no le importo. 


La piel roja a carne viva quedó libre de brea negra y Luisa sonrió. No le molestaba la herida, le molestaba era la causa que la produjo. 


  • Listo.- sonrió satisfecha.


En ese momento todos sus amigas gritaron de dolor y se taparon los oídos. Luisa miró a cada una de ellas, tenían cara de dolor. Trato de calmar a Tate quien tenía más cerca, este lloraba lagrimas negras.


  • ¿Que sucede?.- gritó Luisa para que la escucharan.


  • S-olo... es... un flashblack.- tartamudeo Tate con dolor en su voz.- debes irte. 


Tate movió la mano y Luisa fue desvaneciéndose, pero no antes de ver lo que Tate estaba evitando que viera. Milton temblaba, su rostro era inexpresivo,  Janes y Norma lo abrazaron con fuerza tratando de calmarlo. Luisa vio en los ojos del pequeño androide y lo vio.


Fue como si Milton también le compartiera el fashblack a ella. Una niña pequeña jugando con una muñeca, la puerta de metal abriéndose de un golpe, la niña temblaba, todo era borroso y de pronto alguien le cortaba la respiración colocando las manos en su delgado cuello, la niña dejó de luchar y su respiración dejó verse... fue cuando los ojos biónicos de Milton sustituyeron a los de la niña, y hizo que el cuerpo respirará.


Una lagrima rodó por la mejilla de Luisa y cayó en el suelo del bosque antes de que ella desapareciera del Sistema. 

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