La espalda adolorida se sentía a gusto al ampollarse en la suave cama; la piel ardiente se refrescaba al rozar las fresca sábanas blanca; oscuro cabello se derramaba por todos lados.
Respira, retiene, exhala. Se repetía ella para no perder la cabeza.
Sintió cómo sus pezones se endurecían mientras tomaba consciencia de su desnudez sobre la cama.
Respira, retiene, exhala. Se repitió otra vez.
Su compañero se acerco despacio, imitando respiración de ella. Como dos bailarines sincronizados; envueltos en la melodía sublime del ambiente creado. Ella abrio las piernas dándole paso a su cuerpo, poco a poco sus pieles se rozan con cuidado, propagando chispas entre ellos. La pequeña dosis de alivio y deseo se mezclaba sutilmente en sus cuerpos.
Sus piernas les dieron la bienvenida al caballero, mientras que sus muslos abrazaban el torso del mismo. Colocó una mano a cada lado de la cara de ella, mirándola con ojos dilatados y aliento contenido. Se le hizo agua la boca cuando vi los labios femeninos entre abiertos y húmedos. Se inclinó y metió su lengua en tan dulce flor, saboreó su néctar.
Ella exploró con sus dedos la piel de los fuertes brazos que la rodeaban. En círculos subió hasta sus hombros mientras los movimientos de ambos labios se hacía más salvaje, más sedientos y sin freno. Las descargas eléctricas sutiles al principio del roze de piel con piel fueron en aumento, produciendo verdaderas descargas eléctricas que recorrían sus cuerpos. Ella clavó las uñas en la tierna carne de su compañero para tratar de resistir las descargas de placer que inundaban su cuerpo. Él dejó de besarla en los labios y recorrió la línea de su barbilla, mordió, lamió y besó las líneas de su cuello. Ella apretó con fuerza sus muslos contra el cuerpo de él deseosa de acortar aún más la distancias entre ellos.
Se detuvo para apartar el cabello oscuro de ella de su clavícula y cubrió de besos tiernamente sus hombros. Las uñas de ella se desprendieron de la carne tierna y cubrieron con suavidad los omoplastos de él mientras la besaba con ternura por el borde de los senos, respirando su aroma al hacerlo. Trazó círculos con la punta de la nariz por todos ellos y antes de llevarse los duros pezones a la boca resopló en ellos.
Besándolos al principio para luego chuparlos con fuerza. Sintió cómo su compañera se estremecía bajo él. Sonrió. Jugueteó con su lengua como si se tratara de una cereza. Pequeños mordiscos daba mientras ambos se mojaban. Las uñas de ella se volvieron a clavar y él ya erecto posicionó su miembro entre la tierna carne de ella. Con calma y paciencia se deleitó al escucharla contener el aliento al sentir como ambos sexos húmedos se rozaban. Firme y calmado la penetro haciendo que choques eléctricos recorrieran sus cuerpos a toda velocidad. El calor placentero y la húmeda bienvenida de sus partes hicieron que retuvieran el aliento mientras la oleada eléctrica recorrían sus cuerpos enteros. Una embestida, otra más, y otra más; lograba que el volumen de su voz gimiendo subiera y subiera más. Suave al principio, deleitándose con cada reacción que explotaba su cuerpo. Al profundizar las embestidas su compañera clavó los dientes en su hombro mientras arañaba la espalda de él.
Quedaron sin control, sumergidos por la pasión. Él embistió más fuerte y con más velocidad. Ella se aferraba con más fuerza mareada ya por las olas de placer que la hacían perder la cabeza. Ya no podía ser más paciente así qué pasó sus brazos por la espalda de ella, la tomó por los hombros y con gran vigor movió sus caderas contra las de ella. Muslos y manos temblaron de placer, mientras que ella soltaba su mordida y gimió en el oído de él. Loco y descontrolado él también soltó sin remordimiento los suspiros retenidos en su garganta. Sentía que ya no podía aguantar más, y con una rapidez fueron sus embestidas acabando la dulce agonia de los dos. El fin placentero llegó y ambos colapsaban felices y jadeantes, satisfechos por aquel sublime encuentro.