miércoles, 1 de abril de 2020

Pensamientos Hipersexuales

¿Hay que esperar el caer la oscuridad para saciar la sed? Elena no le apetece esperar tanto; quería que el calor que iba en aumento desde su vientre por la fecha, se apagara. No quería seguir con los pensamientos eroticos.  Sentada en su silla de plástico y terciopelo tombolirea con sus uñas la mesa de madera. Frunciendo las cejas al pasar por su mente el mismo pensamiento que poco a poco había comprando fuerza con los días.

“…Estaba oscuro y la luz tenue de la calle ilumina dos siruetas hablando en el cuarto. Discutían en voz baja. La mujer le acarició el rostros cuando ambos guardaron un silencio doloroso. Él atrapó su mano, temblando un poco, cerró los ojos y se llevó la mano de ella a los labios, besándola tiernamente…”

Elena paro de mover los dedos. Cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás.

“…había pasado los brazos de ella por encima de sus hombros y la agarró por las caderas, pegándola contra su cuerpo. Ella sintió cómo como algo en el pantalón de su compañero se albultaba. El leve gemido de sorpresa fue cortado por unos suave labios húmedos sobre los de ella. Sus movimientos eran dulce pero firmes. Ella le correspondió haciendo que su compañero se tensara y moviera con mayor ferocidad sus labios contra ella…”

Empezó a mover su pierna derecha para tratar de que la accion calmara los sentimientos que estaba invadiéndola. Respiraba profundo, retenía un momento y exsalaba lentamente.

“…lo tomó por el cabello y lo apartó de un tirón. Vio cómo sus pupilas suplicantes estaba dilatadas y su pulso se veía latir en el cuello con la tenue luz…”

Los rápidos movimientos de la pierna empezaron a disminuir. Su respiración se empezó a calmar.

“…la chica sonrió maliciosamente y tiro a su compañero al sofá. Antes que él se parara ella se sentó en sus regazo con las piernas a cada lado, aprisionando sus manos entre sus muslos. Se deleitó al sentir encajar a la perfección su entrepierna con el bulto del pantalon de él. Él se quedó quieto al sentirlo también. Ella tomó su cara y con la punta de su nariz olía su cara hasta hacer círculos en los labios. Su aliento la embriagaba, y sentía como cada segundo que pasaba haciéndolo él se tensaba..”

La pierna volvió a aumentar la velocidad del movimiento.

“…Pasó la punta de la lengua por sus labios, leves roces en forma circular, casi como si fuera una pluma. Su compañero se estremeció. En círculos aún rozaba ya los labios internos de él, llegando a las encias. El busco besarla y ella lo tiro del cabello hacia atrás. Se rió y le pasó la lengua entre los dientes. No busco a su igual, no, se fue a rozar el paladar, suave y en círculos continuaba mientras él se trataba de salir…”

El movimiento de la pierna era tan rápido y rítmico que el cuerpo de Elena parecía vibrar.

“…ella apretaba con más fuerza sus muslos impidiendo que las manos se salieran, hundía firmemente sus dedo en la cabeza de su compañero para seguir con su juego de saborear su boca. Mientras saboreaba la parte interna de sus mejillas él se relajó un poco quitando su ya duro bulto de entre el cálido piso pélvico de ella…”

Calor húmedo empezó a aumentar dentro de la vagina de Elena. Clavó sus uñas en los alcochados brazos de la silla.

“…ella se movió para volver acomodarse el bulto entre sus piernas. El movimiento dejó una pequeña abertura y una mano se liberó. Con un rápido y firme movimiento el dedo índice se hundió en la tela del pantalón justo en donde se encontraban los labios vulvares…”

Un pequeño gemido quedó atrapado en la garganta de Elena al morderse los labios con fuerza.

“… una descarga eléctrica de placer subió rápidamente desde ese punto hasta esparcirse por todo el cuerpo de ella. Saliendo en forma de un gemido de placer y el cuerpo temblando. Perdió la firmeza de su agarra y para controlar su órgasmo cayó sobre el pecho de su compañero temblando -No puedes hacer que se me ponga duro contigo encima de mi con ropa.- y hundió más sus dedos en su vulva; otro gemido salió de la garganta de ella. Se mordió los labios al sentir como los dedos de él se movían ágilmente. -ahora- susurró el contro su oído -saber lo que se siente…- y mordió su oreja mientras penetraba los dedos con la tela hasta su vagina y apretaba ferozmente sus glúteos con la otra mano libre.”

Elena abrió los ojos y de golpe se paró de la silla. Sentía sus pantis mojadas y algo tembloroso el cuerpo. Se fue al baño. Mojó su cara varias veces. Respiraba con dificultad. Esos pensamientos se estaban saliendo de control. Se inclinó sobre el lavado para tener un soporte.

- Solo es por la fecha. Si, si. Solo tengo que resistir hasta que pase…

- ¿Está segura que solo es la fecha?

Se sobresaltó y volteó rápidamente. No había nadie. Ella estaba sola en la casa. Estaba segura.

- Que adorable eres.

Se congelo. Creía que se volvió loca, esa voz se escuchaba claramente. Era una voz masculina, ronca y seductora. Se tocó el pecho, su corazón latía más rápido con cada respiración que exhalaba. Una risa histérica salió de su garganta.

- Ya me estoy imaginando cosas.

Pensó que un baño frió calmaría sus nervios y sus pensamientos. Se desvistió lanzando la ropa en el piso del baño sin cuidado. El agua fría comenzó a caerle en forma de lluvia por todo su cuerpo, las gotas recorrían cada rincón de piel.

“… sintió una suave brisa que entró en el cuarto del baño, seguida del ruido de tela al caer al suelo. El ruido de la ducha era hipnotizante en ese placentero silencio. Presionando suavente unos dedos gráciles corrieron la puerta de vidrio de la ducha…”

Elena vio fijamente la puerta de vidrio. Cerrada y sin marca de manos en ella. Abrió más la llave de agua fría y se lavó. La espuma cubrió su cuerpo y quedó paralizada por un momento.

“…el dorso de unos dedos acariciaron sutilmente el brazo enjabonado. La calidad presencia de un cuerpo detrás de ella la estremeció. Una mano dulcemente apartó su cabello húmedo descubriendo su cuello -Te ves deliciosa ¡una diosa! Siento envidia como el agua cubre tu cuerpo – acarició con movimientos circulares las caderas desnudas…”

Se encendió el cálido líquido de sus entrañas haciendo que cerrar los ojos mientras el agua enjugaba la espuma blanca de su cuerpo.

“… sólo tu olor…- acercó su nariz al cabello húmedo aspirando el aire alrededor hasta llegar a su oreja.- Dios.- deslizó sus manos de arriba y debajo de las caderas y cinturas. Movimientos suave persistentes…”

Echo la cabeza ligeramente hacia atrás extasiada.

“…las manos se detuvieron en su abdomen…”

Elena abrió los ojos.

“…los redondos y perfectos senos de ella mostraban cómo se erizaba sus rosados pezones húmedos y brillantes. Él vio cómo las gotas surcaban por las los curvas del pecho, rectas en la planicie del abdomen, y se perdía a la vista del origen de la vida. Un ronco gemido de él chocó con la oreja de ella…”

Miro hacia abajo, no había manos. Miro a su espalda, no había hombre. Sacudió la cabeza y cerró la llave. Salió del baño, se secó rudamente con la toalla mientras razonaba sobre sus pensamientos vívidos.

***

Las manecillas del reloj hacían ruido en el cuarto silencioso. El constante tamborileo sobre las teclas de la laptop hacia contraste con el roce de las hojas de un libro al ser pasada. Ya era tarde por la noche y Elena está absorta en el trabajo que debía entregar mañana. Su amigo Luis le estaba ayudando a buscar en los libros de cuentas.

Ya el flujo de los pensamientos vívidos habían disminuido después de trotar hasta quedar exhausta Podía enfocar su atención en sus labores cotidianas.

- Mira aquí – señala Luis la página.- ¿esto es lo que buscabas?

- Gracias otra vez por quedarte hasta tarde.- comentó Elena sin levantar la vista de la laptop.- si no entregó esto temprano van a cortar mi cabeza.

- Trabajas mucho. Ven, deja eso por un momento.

- Olvídalo, tengo que terminar esto rápido.

Luis se levantó de la silla y se acercó a Elena, el perfume de hombre que emanaba su camisa la hizo parpadear. Trato de no darle importancia al pensamiento y siguió concentrada en lo que escribía.

- Mira, aquí no es la cifra correcta.

Señaló con su dedo un punto del monitor, ella se percató que su brazo derecho rodeaba el respaldo de la silla mientras que señalaba con el izquierdo, la cercanía a su pecho la hizo vibrar levemente. Detalló sus dedos largos.

“… esos mismos dedos se introducía fácilmente en su vagina moviéndose ágilmente mientras se empapaba en su fluido…”

Vio las venas que sobresalía en el dorso de la mano, constrastando un peculiar relieve con su piel, recorriendo con la mirada esos canales de sangre que subían por su antebrazo; poco a poco se hundía en los músculos hasta perderse por completo bajo la tela de la camisa. Detallo los músculos del cuello y su pulso.

“…lo tomaba por un lado del cuello mientras jalaba la camisa, haciendo que se acercara más y ella pudo trazar con la punta de su nariz el pulso del cuello. Su compañero se estremeció cuando ella, deleitada por el olor masculino, lamió la piel para luego morderla con los labios…”

Sintió cómo sus pezones se endurecieron bajo la ropa. Y se sonrojó. Mientras su interior estaba ardiendo de deseo; el exterior reflejaba un frío estado.

Luis se había acercado para sentir un poco su calor, no le sorprendió que en vez de un cuerpo cálido sintiera un cuerpo frío. Sus labios hicieron una mueca de una sonrisa. Definitivamente se lo esperaba. Pero al sentir que Elena no le prestaba mucha atencion a lo que él le estaba diciendo la atrapó mirando fijamente su cuello.

- ¿Sucede algo? ¿Tengo algo en el cuello?

Esto sacó a Elena de sus pensamientos y rápidamente movió la cabeza en forma de negación.

- Solo estoy algo cansada y me perdí ¿Qué me estabas diciendo?

- Te lo dije. Trabajas mucho. Deberías relajarte un poco.- Colocó su mano en el hombro y la sintió tensa.- Tienes un nudo en la espalda. Permíteme darte un masaje para que te relajes un poco.

Elena ya había empezado a protestar cuando él se situó en la parte de atrás y empezó a masajear sus hombros. Sintió una punzada de dolor en donde él tocaba al principio, pero mientras más lo hacía menos le dolía.

“…las manos de él se metieron por debajo de la tela acariciando su piel hasta llegar poco a poco a sus senos y masajearlos también …”

Frunció el ceño. No le gustaban definitivamente estos días; sus pensamientos  lujuriosos iban a mil por hora ya sin contacto físico. De pronto ya no sintió las manos de su amigo en sus hombros.

- ¡Oye!

- Deberías acostarte, sería más fácil. ¡Esa espalda tuya está tiesa! ¿Eres acaso una vieja?


- Que grosero. ¡No me voy acostar! Tengo mucho que terminar todavía.

- Si, si, si.


Tiro de sus manos hasta levantarla de la silla mientras ella protestaba y se resistía. La llevo al cuarto y señaló la cama con la palma de la mano hacia arriba.

- Me niego. Estoy perdiendo tiempo hombre.

- Ya deja la terquedad. Solo es un momento, ademas no puedes seguir trabajando con esa espalda de piedra.


La tomó por los hombros y la guió a la cama. Ella resignada se acosto boca abajo. Empezó a masajear fuerte, como la primera vez ella se quejó que le dolía y él afirmaba que le dolía porque tenía contraído los músculos, después de un momento el dolor se iba desvaneciendo y el cuerpo de ella se empezó a relajar de verdad.

“…sabía que tenía habilidad en esas manos…”

- ¿ves? Si necesitabas relajarte.

- Creo que si.- y cerró los ojos para poder disfrutar de ese momento.

Él la sintió mucho más calmada. Disfrutaba este momento más de que lo demostraba. Al fin ella lo estaba dejando tocarla, aunque fuera solo para hacerle un masaje. Por él se quedaría allí toda la noche.

Ya no era un masaje para quitar los nudos de su espalda, ahora contorneaba con sus manos la forma de la espalda, sus hombros, su cintura, hasta que se dio cuenta que estaba masajeando la cadera. Se asustó y miro a la cara de Elena. Permanecía con los ojos cerrados y una expresión muy relajada, casi durmiente.

Era excitante.

Masajeo con mucho más cuidado las caderas sin dejar de mirar el rostro de su amiga. Bajo tanto que casi podía apretar sus glúteos. La emoción creció. Pero no los toco. Volvió hacia los hombros y ella sonrió. Eso definitivamente lo sentía como buena señal. Masajeo los costados hasta casi llegar a los senos. La excitación iba en aumento.

“…sus manos ya eran casi una caricia hasta que llegaron a la base de los senos, las manos titubearon, pero empezaron apretar más cerca de los senos. Ella se irguió un poco para darle espacio y fue allí donde él agarró con firmeza y los masajeo…”

Luis aún era cuidadoso y se abstuvo de tocar los senos de ella. Trago saliva nervioso. Se estaba arriesgando mucho la verdad; ella se podría ofender. Así que quiso hacer un movimiento arriesgado. Sin dejar de masajear apartó el cabello de la nuca, y bajo el cuello de la camisa. Plantó sus labios suavemente en la piel expuesta. Ella no se movió. Lo volvió hacer con el mismo resultado. Definitivamente eso le había dado confianza, siguió besando suavemente el cuello mientras metía sus manos debajo de la camisa. Tocó la piel aterciopelada de la espalda, despertando poco a poco las terminaciones nerviosas de ella; recorrió cada centímetro con deleite de abajo hacia arriba, subiendo poco a poco la camisa. Cuando sus dedos se toparon con el sostén deportivo con mucha calma lo desabrocho; liberando los apretados senos con los erguidos pezones duros.

Elena no se movió, parecía dormida con uno tenue sonrisa en sus labios; se había relajado tanto que pensaba que era otro de sus pensamientos vívidos.

Los besos empezaron a bajar desde su nuca lentamente por su espalda, acariciando los costados en forma circular con la punta de los dedos. Los suaves besos empezaron a ser más apasionados, con cada beso Luis sentía que hervía su interior por dentro, pero no siempre tienes el placer de saborear lo que te vas a comer. Se estaba conteniendo con mucha dificulta, pero ya su equipo palpitaba desde que besó la piel desnuda de la nuca. Metió los dedos por el borde del pantalón deportivo y lo empezó a bajar. Masajeo los glúteos; ella se estremeció. Los termino de bajar hasta exponer completamente los hermosos y redondos músculos, y los lleno de besos y de mordiscos.

Elena frunció el ceño y apretó los labios, sentía como el líquido cálido salía de ella y la mojaba. Corrientes eléctrica chispeaban por todo su cuerpo originadas desde sus glúteos.

- ¿Qué rayos estás haciendo?

- Ayudándote a relajarte.

- ¡Para!

Luis vio la cara de su amiga y su fuego lo cubrió al ver que no era molestia lo que veía en su cara, estaba excitada hasta el punto que sus pupilas estaban dilatadas, su cara roja y sus labios entreabiertos exsalaba pequeños gemidos disimulados. Se lanzó a la entre pierna de ella y beso donde estaba húmedo. Ella gimió por primera vez; se tensó como una cuerda de violín agarrando las sábanas y mordiendo a la almohada. Él beso la cara interna de los muslos mientra tiraba del pantalon; ella trató de detener que se los quitara por completo pero al moverse él elevó su cadera terminado de exponer el origen del líquido y hundió su lengua en la vagina. El temblor del cuerpo de ella y el gemido fue más fuerte que el anterior. El pecho quedó totalmente aplastado contra la cama, sus rodillas se hundían en el colchón levantando su cadera; volvió a agarrase de las sábanas mientras él exploraba con la boca los labios íntimos de ella, separándolos con la lengua y chupandolos juntos e individualmente. La sensación húmeda le hacía hormiguear sus muslos y sus brazos. Luis duro un rato saboreando su dulce contenido hasta que se retiró. Ella pensó que ya había acabo cuando uno de sus deseos se volvió realidad. Penetro en ella los ágiles dedos volviéndola aún más loca de lo que ya estaba de placer. No quería gemir así que mordía la almohada. Se sentía tan bien que quería que fuera más gruesos los dedos.

- ¿Te gusta? ¿Quieres que pare?

- ¿Por qué me haces esto?

- ¿Qué quieres que haga? ¿Paro?

Elena estaba en pleno orgasmo porque mientra el hablaba movía más rápido los dedos y ella solo sentía el placer inmovilizándola, gimiendo. Y lo miro mientras gemia, suplicaba con sus ojos que no la confundiera más.

- Anda, dime ¿Qué hago? ¿Acaso quieres más?

Su respuesta fue que ella volvió a morder la almohada. Y el en vez dos dedos introdujo un tercero. Ambos sintieron como el cálido fluido aumentaba más. Él no lo soporto y le agarran los pantalones con las pantis, de un tirón libera las piernas de ellos.  Ella volteó y vio como el agarraba la parte de atrás de su camisa y se la sacaba por la cabeza. Su amplio pecho subía y bajaba por la adrenalina.

La tomó por la cadera y la volteó. Sus senos quedaron expuestos mientras la camisa y el sostén deportivo le cubrían el cuello; sus piernas abiertas le daban la bienvenida, era un suculento majar expuesto para él. Se lanzó sobre ella y la besó en los labios, al principio ella quedó algo perpleja pero le conrrespondio el beso apasionado. Mientras se besaban ella rodeaba el cuello con sus brazos, y sus piernas envolvían las caderas estrechas de él. Luis apretaba su cintura y sus caderas; hasta que sintió los senos suaves y los masajeo hasta apretar los pezones. Su pene duro rosaba contra el vientre bajo de ella.

Él apartó su boca de la de ella y antes que Elena pudiera recuperar los labios que se había ido estos le besaban y mordían el cuello, haciéndola estremecer. Cuando llego a la clavícula y le quito el sostén y la camisa arrojándolas lejos. Un rápido movimiento bastó para quitarle también la cola que sujetaba parcialmente su cabello. Era una vista exótica para él.

Se inclinó otra vez sobre ella sosteniendo con delicadeza los senos y los empezó a besar por la base, succionandolos y mordiendo, saboreandolos con su lengu la tersa piel. Ella se estremeció y trató de que no se fuera sosteniéndolo por la espalda. Los gemidos de ella iban en aumento mientras él exploraba con su lengua las montañas de afroditas, sintiendo más excitación al percibir las uñas de ellas clavadas en su espalda y que se arrastraba con cada gemido  y temblor de ella. La carne le ardía y eso lo impulsaba a jugar más rudo con los senos. No mordía los pezones pero si los senos y eso hacía que ella se estremeciera más.

Empezó a bajar por el abdomen, lamió, saboreando, besando, y mordiendo. Llego al fin a la montaña de Venus; besó y chupo sus alrededores, sobre todo en la cara interna de los muslos. Ella hundió sus dedos en el cabello de él. Siguió profundizando con su lengua en su suave humedad. Mientras miraba a su compañera a la cara penetraba una vez más sus dedos en la vagina mientras con la punta de la lengua jugaba con su clítoris. Ella no resistió las descargas eléctricas y tiro de los cabellos de Luis hacia atrás, se incorporó levantando a su amigo y ella quedando al borde de la cama sentada.

Ella se agarró a las caderas de Luis y comenzó a besar y lamer su abdomen. Él le acarició el cabello mientras ella bajaba poco a poco hasta el borde de los pantalones. Mientras mordía las caderas ella quitaba la correa, lanzándola lejos. Desabrocho el botón del pantalón mientras hacía círculos con la punta de la nariz en la piel expuesta. Bajo los pantalones y los boxes exponiendo el ya erguido orgullosamente el masculino miembro. Solo él verlo así la hizo saborearse.

Su boca empezó a jugar con él desde los alrededores primero mientras se acercaba la carne más a su boca con ayuda de agarre que tenía en los glúteos de él. Fascinado, Luis veía cómo trabajaba su amiga mientras le apartaba el cabello. No fue hasta que sintió cómo las uñas de ella se clavaban en sus glúteos mientras su miembro desaparecía y aparecía rítmicamente entre los pétalos que formaban su boca; que sintió como el calor llegaba hasta sus orejas. El revoloteo de la dulce lengua de ella hacia espirales en su miembro. El hormigueo se intensificaba. No resistió más y tiro de ella hacia la cama.

Su miembro empezó a rozar los labios íntimos de ella, el glande poco a poco se abría paso por esas puertas carnosas, húmedos los dos ya.

- ¿Lo quieres?

- Si…

- Pídemelo.. pide que lo haga

Ella se negaba a decir algo tan vergonzoso. Pero su cabeza daba muchas vueltas, su cuerpo chispeaba de placer, y sentía que su vagina era un mar que quería tener presión interna. Entre besos y jadeos ella tragó salivia y logró susurrar “Dámelo”

Solo eso bastó para subir los pies de ella a sus hombros mientras que el gran dragón se adentrara en la cueva, más pequeña que él sin duda. La sensación de él adentro hizo explotar mil cosas en sus cuerpo. El placer inmenso que le producía a ella sentir como la húmeda de su interior era presionada hacia dentro por el miembro de él la hacía gemir; en cuanto a él, las cálidas paredes que aprisionaba su miembro era enloquecedoramente placentero; tanto que el dragón podría escupir fuego allí inmóvil; quería que el dragón abandonara la cueva. Pero Luis sentía que solo con estar así con ella. Así que empezó a moverse, haciéndolo lento al principio, pero con cada embestida sus dulces gemidos se hacían mucho más salvajes, haciéndole perder el control que le quedaba.

Choco fuertemente sus caderas contras los mulos de ella. La rapidez iba en aumento; el dragón penetraba más en la cueva húmeda. Las piernas de ella hormigueaban de placer mientras él apretaba más la cadera de ella y al intentar enderezarse para embestir para profundo Elena se sujetaba de su espalda clavándole las uñas y gimiendo en su oído. Ya ella no podía más con la explosión de su interior y lo mordió en el hombro. Eso hizo que en dragón se volviera más violento dentro de la cueva.

Antes de que el dragón escupiera fugó Luis apartó a Elena de un empujón, para luego colocarla de espalda y acomodándola en posición en cuatro. Lubricó su miembro  y con la punta empezó a rozar los labios íntimos empapándolos. Fue algo agonizante para Elena que después de darle tanto placer volviera a masturbala, cuando ella quería más que eso.

Fue entonces cuando él la sujeto fuerte por las caderas y el dragón volvió a chocar con las paredes de la cueva en otra posición. Esta vez se sentía diferente; se sentía mucha más presión por el aire atrapado con la humedad y el dragón en la estrecha cueva. Aunque la embestida fuera lenta realmente ambos sentían más presión, más placer, más posibilidades de perder la cabeza rápido. Pero los movimientos no duraron mucho tiempo lentos, su ritmo iba en aumento y con el, los gemidos de Elena. Luis le apretaba los glúteos, los muslos mientras agarraba velocidad. Pero llego el momento. Se recostó a la espalda de Elena y le susurró al oído.

- Definitivamente eres adorable cuando gimes así.- Besó su oreja- te haré grita más estar vez.

Se enderezó y la agarró fuertemente de la cintura; golpeó salvaje y duramente sus caderas contra los muslos de ella. El dragón se sentía más grande y que llegaba a lo más profundo de ella, haciéndo salir de lo profundo de su garganta un grito de placer.

- ¡Dios! ¡Diiios! ¡Dios mío! ¡No te atrevas a parar!

- Lo que usted mande mi ama.

El éxtasis, el placer, la explosión de los múltiples orgasmos de ella hicieron sudar a Luis. Y cuando sintió que el dragón ya cargaba en su garganta el fuego salió de la cueva para escupirlo en la mano de su dueño; mientras este caia exsausto sobre la espalda de su amada. Ambos jadeando y eufóricos quedaron tirados sobre la cama.

- Creo que fue un buen masaje.

- Ya lo creo.

Ambos se rieron.

- Se que es raro que lo pregunte pero ¿quiere bañarte primero tú?

Elena río pícaramente. Se volteó y con una sonrisa de lado dijo finalmente.

- Vamos los dos.

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