Clare tomó un baño en la tina. Esta muy cansada por el trabajo por eso abrió el agua caliente. Poco a poco los músculos de su adolorido cuerpo se relajaron; de pronto el mundo se le antojo con movimiento y su mete se oscureció después de escuchar un pitido. Su cuerpo perdió fuerza a medida que su mente se desvanecía, dejando que la gravedad lo empujara al fondo de la tina. El agua insidiosa exploro la boca hasta que se deslizo por su garganta. Ya Clare no estaba en su cuerpo. Esta parada frente a una luz cegadora pero calidad.
Cuando sus ojos se acostumbraron vio que dentro de a la luz se dibujaba un paisaje maravilloso, de colores muy vividos, con seres que no podían ser de nuestro mundo porque eran ridículamente hermosos, tanto que no podías distinguir si eran hombre o mujeres, viejos o jóvenes, y su piel era tan deslumbrante que por un momento podías verlas negras o blancas pero no te podías asegura que realmente los fuera…
Su novio llego del trabajo; la llamo por su apodo al ver sus zapatos a mitad de la sala, como cuando andaba cansada del trabajo y solo quería bañarse para ir a la cama. Nadie respondió. Pensó que debió salir a comprar algo cerca, pero esta idea la desechó cuando vio sus llaves en la mesa de la cocina. Volvió a llamarla por su apodo. Nada otra vez. Debía estar dormida ya. Un vacio acido cayó sobre su estomago cuando vio la cama vacía y la ropa en el suelo. Esta vez se había asustado pero ¿Por qué? Tal vez solo se esté dando un baño… un viento frio salió de la nada y le erizo la piel. Corrió hasta el baño y la llamó por su nombre. Su corazón se paro, su boca se seco, y sintió que sus manos y piernas templaban. No se dio cuenta como llego a la tina, ya cuando pudo decir, después, que sabía lo que hacía; vagamente vio como el cuerpo desnudo estaba cubierto completamente por agua, como si estuviera detrás de un cristal, ni de su boca ni nariz salía la mas mínima burbuja, sus parpados cerrados con suavidad como si estuviera en un sueño. La agarro por los hombros y saco la cabeza de su sabana acuática, el agua se deslizo de su piel y cayó en cascada devuelta a la tina. La llamo una y otra vez con voz desesperada, la sacudió fuerte pero su cuerpo se movía como el de una muñeca sin vida…
Clare observaba fascinada el lugar cuando una persona se separo de la multitud y corrió en dirección de ella. No tuvo que mirar dos veces para saber de quién se trataba; las lágrimas corrieron en cascada por sus mejillas y la emoción e incredulidad lleno su pecho en un estallido sordo. Su abuelo ya no tenía las arrugas que recordaba, y se sostenía en pie como un joven caballero extendiéndoles los brazos, era difícil saber qué edad podría tener por su rostro jovial, pero su rostro era sin duda el de su abuelo. Mi pequeña Clare. Escucho decir a su abuelo. Que hermosa te has puesto mi niña, ya eres toda una mujer.
Nunca pensó usar las escaleras en los últimos cinco años viviendo con Clare ya que el departamento estaba en el decimo tercer piso, pero en ese momento no le paso por la mente que el ascensor fuera una opción, y aunque lo fuera pensado no lo hubiese usado. No supo como bajó los trece pisos, en algún momento sintió los escalones bajo su peso, pero fue más como volar sobre ellos que pisarlos. El cuerpo de su amada aun goteaba agua y tenía sus preciosos labios de un color violeta; cuando la saco de la tina no sintió su aliento, y al pegar su oído al pecho creyó oír un débil zumbido que le lanzo un rayo de esperanza. Tomo su celular del bolsillo y marco a emergencias; templaba mientras gritaba lo que había pasado y daba su dirección, la operadora solo le respondió con un “una unidad ya está en camino, conserve la calma, me quedare con usted.” Pero agarro una toalla, cubrió el cuerpo frio de la joven y salió disparado por la puerta con ella en sus brazos. No había llegado a la puerta principal del edificio ni terminado de salir de este cuando la ambulancia con el cuerpo de paramédico ya se estaban estacionando al frente…
Dio un paso hacia adelante y se detuvo de golpe al no sentir nada bajo su pie. Miro horrorizada al gran abismo negro que antes no estaba –o ella no lo había visto- más oscuro que la boca de un lobo y la separaba de su abuelo por varios metros. Saltarlo no era una opción. Del fondo salía los más terribles lamentos inhumanos que oído humano podría escuchar, gritos de cólera los callaban y se burlaban, fuego y metal era la melodía del fondo, rítmica y constante. La euforia abandonó el cuerpo de Clare y un miedo atroz la sustituyó. Miro asustada a su abuelo que aun le sonreía dulcemente ajeno a los horrores que ella veía y oía. Una alta figura se apareció a su lado haciendo que retrocediera del borde del abismo. Era un hombre que, como los otros, no parecía tener edad alguna pero él vestía de blanco que contrastaba con su cabello plata, mientras que por ojos tenia hoyos negros y una dulce sonrisa roja sangre. Te preguntas que ese lugar y porque tu abuelo no lo ve ¿No? …No mires así, no es el infierno, el infierno es cien mil veces peor y las personas ahí no tiene ni la más remota posibilidad de ver la luz celestial ni los que en ella habitan. Ese es el lugar donde van los que no merecen “aun” la gloria. Clare volvió a ver el abismo y su horror se hizo más grande cuando pudo distinguir, apenas, muchas manos ensangrentadas dejando marcas en las paredes para tratar de salir. El Hombre dejo de sonreír. Tu abuelo te espera ¿Qué pasa que no avanzas?
Veintiocho, veintinueve, treinta… ¡verifica! ... Dijo por tercera vez uno de los paramédicos dejando de comprimir el pecho de Clare mientras que su compañero comprobaba su pulso. Nada. Apenas metieron a la joven en la ambulancia su pulso desapareció y el protocolo de RCP comenzó. A su novio nunca le había parecido algo tan real y a la vez deseaba que fuera toda una mentira, una pesadilla de la cual iba a despertar… Ya el paramédico estaba en su cuarto intento. A pesar que él no era religioso juntos las manos… y rezo en silencio.
El hombre le ofreció una mano y le dijo con voz neutra. Te ayudare a pasar. Clare lo miro y descubrió que en ese rostro extraño no había signos de maldad o bondad, no era ni bueno ni malo, solo… correcto. Clare aun lloraba; realmente quería ir con su abuelo, no lo veía desde que tenía 12 años. Levanto su mano y la extendió en dirección del hombre cuando otra mano se lo impidió agarrándola de la muñeca. Tanto Clare como el hombre miraron al recién llegado; pero Él siempre había estado ahí. Su rostro desprendía una bondad y sabiduría sobrehumana que llenó el corazón de pena, arrepentimiento y alivio, sus lágrimas salieron en mayor cantidad y más cálidas que antes. Jamás hubo, hay, ni habrá un rostro como aquel, uno que todos reconocen pero que no se puede describir con palabras. Meneo su cabeza, ese era un “no”. Fue cuando Clare se dio cuenta. Un susurro fue en aumento, aunque muy leve pero se oía <<Clare no me dejes, no me dejes... No puedes hacerlo ¿Qué será de mi sin ti?...No te la lleves>> Clare dejo de llorar. Buscó de donde venia la voz. Era a su espalda; todo era incuso más oscuro que los abismos y a diferencia del último este transmitía un vacio infinito, como si ahí no hubiera nada, y la voz apenas se escuchaba. Clare miro al espacio vacío, luego miró en dirección a su abuelo, que ya no extendía sus brazos porque se le unió una hermosa mujer de largos cabellos que lo abrazaba. Su abuela. Ésta también le sonreía con dulzura a Clare. Su corazón saltó; y miro hacia el abismo de lamentos, se quedo observándolo un largo rato para la fin mirar al hombre de blanco. Ya no tenía hoyos negros por ojos sino dos perlas blancas que brillaban tenuemente. La voz de su novio se hizo más clara pero dejo de escucharla y vio dentro de las perlas blancas un hombre destrozado que sollozaba en silencio entre sus manos, el cuerpo pálido de una mujer con una manguera que salía de su boca, un paramédico que se quitaba los guantes mientras que el otro bajaba la cabeza para ver su reloj y murmurar hora del deceso… Clare acepto lo que desde un principio por su cabeza andaba. Ella estaba muerta. Miro al Hombre que la agarraba de la muñeca y le dijo <<Por favor no. Te suplico que me lleves con él.>> El Hombre le sonrió y fue los últimos colores que vio. Sintió como su cuerpo era lanzado ferozmente al vacio casi descarapándole la piel, pero no tuvo miedo, estaba decidida. Firme a donde iba. El frio se peleaba con el calor en sus venas en un juego de poder, la presión en el pecho la hacía retroceder impidiéndole el paso, ¡No! ¡Yo voy regresar, lo quieran o no! Gritó con furia desgarrando su garganta hasta sentir que sangraba. Su cuerpo entumecido no le permitía moverse y ella luchó por ordenar a cada dedo que se moviera.
¡Pero que de…! Murmuro el paramédico. El novio de Clare levanto la cabeza bruscamente y sintió como su alma ya destrozada se salía de su cuerpo. Por la boca azul de Clare salía un hilo de sangre roja. El corazón del hombre empezó a latir más rápido cuando vio la sombra de un dedo de ella moviéndose. Pero el monitor decía que el corazón de ella no latía.
Clare lucho contra su propio cuerpo pesado como si de una pared se tratara. Golpeó una y otra vez; gritó una y otra vez; se lanzó contra la pared una y otra vez. ¡No me rendiré! Y de la pared salió la misma mano que la había detenido antes, pero en vez de agarrarle la muñeca le dio un puñetazo en el pecho para luego sujetarla y arrastrarla contra la pared que con el impacto de su cuerpo se hizo añico, dejando pasar la luz enceguecedora.
Los pulmones adoloridos de Clare se llenaron de aire de golpe y el pitido del monitor fue lo que lleno su cabeza. Pit, pit, pit. Esta latiendo su corazón. Él paramédico retiro las manos de su pecho, mientras ella poco a poco distinguía los colores y luego las formas, pronto supo donde estaban. De la luz blanca paso a la oscura noche donde, nunca se ve en las grandes ciudades, vio las brillantes estrellas. Miro a un lado y encontró entre la multitud, sosteniéndole la mano y aun llorando, pero esta vez de alivio, a su novio. Gracias. Murmuraron los dos.
