viernes, 10 de julio de 2015

El Juego Entre La Sangre Y La Nieve (Parte 12)

A pesar del sudor que pegaba sus cabellos negros a su frente, el resto se elevaba por la fuerte brisa. Esperando el golpe final. El golpe que le arrebataría su vida inmortal. Vio como la blanca mano asesina se levantaba e iba en su dirección. Moriría de pie, atravesado por estacas de hielo, a manos de una diosa de hielo.

La mano del verdugo acuno el rostro de él, dejándolo sin aliento. Observo expectante el rostro de la Reina coronado por su cabellera blanca.

-No me equivoque contigo.- Dijo suavemente Sure.- fuiste un excelente amante.

Lo beso en la mejilla, suave y lento, procurando que quedara en el recuerdo de ambos. Damion sintió el cálido y dulce beso con los ojos abierto, como si una puñalada con plata caliente doliera menos. Hubiera preferido que lo matase de una vez. Esto era peor. Definitivamente la compasión era peor.

-Adiós, sanguijuela.- susurro ella.

Damion la vio alejarse lentamente y levantar la mano. Ese era su fin. Un ruido fuerte se escuchó. Un golpe. El olor a sangre y el polvo lleno el aire. Segundos fue lo que vastos antes de que Sure cayera al suelo. Damion pudo ver la escena con nitidez; cinco vampiros se lanzaron de las sombras con cadenas y espadas en la mano, excepto uno que traía un garrote. No eran del grupo del primer punto de encuentro, eran parte del grupo que habían atacado el centro de la ciudad,la distracción.

Sure estaba mareada en el suelo y no se pudo defender de las sangrientas manos que la sujetaban. El ataque sorpresa había resultado solo porque estaba distraída, y ahora lo iba a tener que pagar caro esa distracción. Su vestido fue rasgado por el cuello y los brazos, rápidamente el torbellino de manos la sujetaron. Damion estuvo confundido por un momento antes de entender cuál era las intenciones de los vampiros.

-No la maten.- Ordenó.

Pero los enloquecidos vampiros siguieron jugando con la Reina hasta hacerla sangrar. A Sure le habían tomado desprevenida inmovilizándola por completo. Pagaría caro ese error. Uno de ellos levanto la falda, pero se detuvo al escuchar el sonido de un espejo rompiéndose, el que sostenía la pierna de Sure fue elevado por lo aires, pataleando en vano para liberarse antes de que su cuello se partiera en dos con un horrible sonido. La cabeza rodó a los pies de Sure mientras que el cuerpo era lanzado en dirección contraria. Los otros ya se disponían a defenderse cuando la espada de plata brillo, trazando medias lunas por los cuerpo de tres de ellos. Cortes limpios y mortíferos. Los pedazos de vampiros cayeron uno por uno al suelo duro.

-¿Quién lo ha hecho?- Dijo el vampiro que se había quedado ciego en la batalla del centro de la ciudad al ser sorprendido por una nube de polvo de plata.

El ciego vampiro sintió que le traspasaban el pecho, y el ardor se hizo presente en todo su cuerpo.

-No me han escuchado.- Dijo Damion en respuesta.

-¿¡Tu...!?

Esta vez el vampiro había reconocido la voz dura de su líder, sin poder creerlo abrió los ciegos ojos por completo. Damion giro la espada aun clavada en el pecho de su colega ocasionando que la sangre saltara, salpicando la ropa y cayéndole unas cuantas gotas en el rostro. El vampiro se desplomo sobre sus rodillas mientras la espada fue retirada bruscamente.

Los preciosos ojos azules siguieron cada uno de los eventos anteriores, sin perderse de nada. Pero fue la última escena la que tuvo un real impacto en ella. Los cabellos negros sueltos de la cola bailando en el viento, el hermoso rostros sobrehumano de mármol cubierto de sangre haciendo resaltar aun más los ojos escarlata rodeados por las largas pestañas negras y enmarcados por gruesas cejas del mismo color, el manto negro agujerado por todas parte, la camisa blanca rasguñada y manchada de escarlata, y el hilo de humo que se desprendía de la mano derecha del vampiro al dejar caer la espada de plata.

¿Me salvo? pensó Sure incrédula aun. Damion pasó por los cuerpos de sus colegas para quedar de frente a ella. Su mirada era indescifrable, penetrando en el interior de la dama. Por un momento pensó que el vampiro la iba a matar. EL silencio se prolongó, y solo el susurro del viento lo rompía de vez en cuando. Sure esperaba que él digiera algo primero o que simplemente terminara con ella.

El golpe de los cascos comenzó a ser más fuerte. El Conde miro en la dirección del sonido. No estaban lejos. Se dio la vuelta y se perdió en la sombras de los árboles, Sure trato de seguirlo, pero al pisar sintió un dolor punzante en el tobillo. El vampiro que la agarro por la pierna le había sacado desprendido la articulación del pie.

Un criado que salió a darle de comer a los caballos vio cuando la Reina tomaba un caballo y se adentraba en el bosque persiguiendo a una figura negra. Llamo a los guardias y de inmediato se fueron detrás de la Reina. Se guiaron por el rastro de lanzas de hielo, los tres más rápidos dieron primero con la princesa Ross inconsciente en el pie de un árbol. Al ver las señales de batalla y la ausencia de la Reina supusieron que aun luchaba con el secuestrador de la princesa. Dos se adentraron más mientras que el tercero se quedó con la princesa.

Para su sorpresa encontraron los cinco cuerpos desmembrados de vampiros y en medio de ellos la Reina ensangrentada en el suelo. Se apresuraron asistirla. Sure insistía en levantarse pero su tobillo se lo impedía. Apenas vio a los guardias acercase les ordeno que le hicieran una reducción. Obediente uno de ellos tomo el tobillo herido que le señalo la Reina, después de un rápido vistazo agarro con una mano el pie y con la otra la pierna con fuerza para luego jalar el pie hacia a fuera y la pierna hacia dentro separando la articulación del tobillo. Sure apretó los dientes y clavo las uñas en la tierra del dolor en el momento que el guardia giro la pierna y soltó el pie. La articulación volvió a estar unida.

La Reina no perdió tiempo, se levantó y ordeno que se llevaran a su hermana al castillo y aumentaran la seguridad.

-Pero Su Majestad ¿Qué piensa hacer?

-Seguiré el rastro del cabecilla del intento de secuestro, antes que desaparezca.

-Déjeme ir con usted.- Dijeron ambos guardias.

-No. Si ustedes vienen conmigo nadie cuidara de la princesa.

-La princesa está en manos de uno de nosotros. Y vienen ocho soldados más.

Sure los miro por un momento. Lex y Alex eran rápidos, tampoco es que debería ir ella sola con las heridas que tenía. Después de reajustar su plan accedió a que la acompañaran.

Damion llego al primer punto de encuentro. Los vampiros al ver lo ensangrentado y sin el botín le preguntaron qué había pasado. Damion se limitó a decir que la misión había fracasado. Ordeno la retirada. Lo mismo pasó en el segundo y tercer punto de encuentro. El plan era crear dos distracciones en la ciudad para hacer salir a la Reina, con el incendio bastaba pero si no veía un ataque de vampiro la Reina no se movería. El Conde -quien conocía mejor el castillo- iría por la princesa mientras la Reina estaba afuera distraída. Pero la Reina se tardó en salir del castillo y vio al Conde llevarse a la princesa. Los vampiro que estaban en el centro de la ciudad se retiraron, unos se fueron al primer punto de encuentro, en el camino se encontraron con el Conde y este le dio a la princesa para que se fueran al punto de encuentro mientras él distraía a la Reina. Pero la Reina los encontró, y mato a los cinco vampiros, el Conde se le enfrento y estaba a punto de ganarle cuando un gran grupo de guardias llegaron, no dejándole más opción que huir. Esa fue la historia que se le dijo al clan.

Entre el río y la montaña escarpada se escondían tres mansiones abandonadas, apartadas de la vista de cualquier explorador por los grandes pinos que las rodeaban. En tiempos ancestrales fueron las viviendas de los primeros hombres en el valle helado, su ubicación les permitió esconderse de las criaturas voraces del bosque de la muerte. Pasaran décadas antes de que se fueran a la profundidad del valle helado, donde descubrieron que las extrañas criaturas nunca iba. En la actualidad las mansiones son el refugio del clan vampiro.

Damion se paseaba por los corredores con la cabeza baja y el rostro perturbado. Desde que llegaron a la base -que era como llamaban a la mansión donde se quedaba el Conde- no se hacia otra cosa que hablar sobre el fracaso del secuestro de la princesa. Aunque un poco de alegría paso por los vampiro al saber que el incendio cobro dos vidas y que en la batalla del centro de la ciudad ellos eran mayoría, pero que la retirada ya estaba programada. Damion se detuvo frente a un antiguo cuadro de los fundadores del reina Helado, dos hombres de semblante severo, uno de cabello negro y el otro de cabello rubio. Al pie del cuadro, en un rectángulo de plata, estaba escrito Los Fundadores Suf Black y Azu Linght.

Al ver los rostros de los fundadores Damion comprendió que la determinación que ellos mostraban fue heredada por la Reina. La comisura de su labio se elevó. Era más que evidente -según el Conde- que la Reina le iba a seguir el rastro. Mando a que se veían una mujer con el cabello blanco por el perímetro no le hicieran nada, que se mantuvieran fuera de su vista y que solo la  vigilada.

El Conde se retiró a su despacho esperando la visita de la Reina. Que ella encontrara el escondite no sería malo, al contrario, ella caería en la trampa del Conde, y eso era lo que él deseaba. Cerró la puerta  y se sentó en el gran sillón de cuero negro detrás del escritorio. Empezó a recapitular y trazar en su cabeza los sucesos del día y como contraatacar otro movimiento de la Reina; que para él era bendecida por el mismo Dios. La suerte, porque no quería darle otro nombre, estaba siempre de su lado arruinando así los planes del Conde.

Tanto lo absorbió su pensamiento que no se dio cuenta cuando la temperatura bajo, y la dulce hoja de la espada de plata beso su cuello descubierto. Él se quedó quieto como una estatua mientras Sure acercaba sus labios rojos al oído de él.

-No hagas ruido.- susurro.- o tu cabeza conocerá que es el suelo.

-MyLady, te esperaba.- ronroneo Damion.

Sure frunció el ceño. No tenía tiempo para la coquetería de él. Empuño más el mango de la espada, el Conde vio una tabla suelta en el piso y rápidamente la presiono levantando el extremo contrario donde se encontraba un perchero, este se vino abajo. El alboroto distrajo a  Sure por un momento, suficiente para que Damion la tomara de las manos y la lanzara por encima de su hombre al escritorio; se sentó en su pecho apretando con fuera sus piernas a su costado y aumentando el agarre de sus manos. La espada de plata cayo lejos con un replique. Sure trato de liberarse en vano.

Toc, toc. Sonó la puerta del despacho. Sure miro pálida a la puerta cerrada y luego al vampiro. Damion trato de suprimir una sonrisa. Sin quitarle la mirada a Sure hablo al recién llegado.

-¿Quién es?

-Disculpe la interrupción mi señor. Solo era para informarle que aún no habido avistamiento de una mujer con cabello blanco por los perímetros.

Sure no se movió, permanencia inmóvil bajo el cuerpo de Damion haciendo preguntarse al último si respiraba. El momento se prolongó y el Conde no apartaba ni un solo momento la mirada de Sure. El vampiro al otro lado de la puerta volvió a llamar. Damion despego poco a poco los labios.

-Entiendo. Seguid manteniéndome al tanto.

El vampiro asistió y se marchó. El ambiente en el despacho fue invadido por un silencia mordaz. Hasta que Sure rompió el silencio.

-Realmente no te entiendo.

Damion elevo una ceja.

-¿A qué viene eso?

-En un momento tratas de lastimarme al siguiente me salvas ¿Sufres acaso de algún trastorno de la mente?

-Solo cuando estoy a tu lado.-Sonrío.- Te voy a ser sincero MyLady, no he dicho que estas aquí, aun, porque quiero hacerte unas preguntas primero. Colabora y tal vez piense en dejarte libre.

-Eres más ingenuo de lo que pensé. Pero aceptare tu propuesta, solo si responde a mis preguntas.

-No está en posición de plantear condiciones, MyLady.

-Claro que si, si no quieres matadme de una buena vez y acabemos con este teatro de cuarta.

Damion la evaluó por un momento. No era bueno subestimarla, otra vez, pero debería mostrar que confiaba en ella, por lo menos ahora.

-Estas son las reglas. Número uno, nada de tratar de matar al otro. Número dos, no hacer un escándalo. Y número tres, debes obedecer todo lo que yo diga si quieres permanecer viva.

-Por mi parte está bien.

Sure espero salir de sus ataduras, pero no paso, vio con una ceja levantada al vampiro exigiendo una respuesta. El Conde se encogió de hombros. No tenía intenciones de soltarla. Recordó la cadena que retuvieron al vampiro convaleciente en la habitación oculta. Suspiro al pensar que no la liberaba por eso.

-Bueno.-Comenzó a decir Damion.- ¿Por qué usted...?

-¿Quién fue el que sugirió el secuestro de la princesa?.- Lo interrumpió Sure.

El Conde se debatía por ignorarla o responder una mentira. Suspiro.

-Ya se lo dije en aquella ocasión. Ella fue la que me saco de su cuarto, y me pidió que la rescatara de ese lugar, que la llevara conmigo. Eso fue lo que hice.

-Mientes. Ella no tiene razón para hacer eso.- Le debatió la Reina.

-Ella me hablo de su compromiso. Ella no se quiere casar.

-Ella no está comprometida Sanguijuela mentirosa.

-Aun.- Le recordó Damion con ironía.- Eso no es lo que quiere. Pero tú sigues empeñada de que se comprometa. Antes me habías dicho que era para sacarla de la guerra ¿A qué te referías con eso?

Sure lo miro fijamente. Damion pudo ver un brillo fugaz en ellos antes de que se volviera oscura su mirada. Se preguntó que le ocultaba la Reina. Solo le había preguntado lo más fácil, tal vez él estaba equivocado de la acciones de la Reina, tal vez lo más lo más vistoso solo significaba un momento de ira e impulso, mientras que lo trivial o superficial era parte de un conjunto de maniobras que formaban algo realmente peligroso. No, un simple compromiso no podía tener una gran repercusión.

-Si se comprometiera con alguna de las familias que he seleccionado.- Dijo Sure después de una larga pausa.- será protegida por ellas pase lo que pase. Ella no sería prisionera de guerra, trofeo o cadáver. Ella viviría.

-Hablas como si no fueras a ganar esta guerra.

-No. No pienso perder la guerra, dejare hasta la última gota de mi sangre en ella para obtener la victoria absoluta.- Los ojos fríos de Sure se encendieron al hablar, dando la impresión de ser de fuego azul.- pero la sangre de mis hermanos nadie la tocara.

Damion recordó la vez que la conoció, él había pensado que estaba realmente triste, que la guerra era mucho para ella, pero no era por eso. Ella siempre estaba preocupada era por sus seres queridos. Ella velaba por ellos al igual que él velaba por su gente.




Parte 11                                                                          Parte 13

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