En un yate, el empresario ojos rojos, cabello negro, liso y facciones iglesa miro a la castalla de ojos marrones y vestido azul. Tierna, dulce, sueva.
- Si mañana te vas, mañana te olvido.- sentencio mientras tomaba un trago de su whisky en las rocas.
Luisa entrecerro los ojos, sospechando que habia mas.
En el mismo yate, en otro momento. El empresario peligro entrelasaba los dedos y miraba con intensidad la chica de ojos azules, cabello castaño y largo. Vestia una camisa blanca y unos jeans azules.
- Si mañana me amas, me escapo contigo.- ronroneo Deimon.
Luz alzo la ceja, esperando la continuacion del chiste del empresario.
Moviendo las manesillas del reloj, en el mismo yate, Deimon miraba la gracial espalda de la doctra Gloria, con su vestido negro a la medida. La luz del crepusculo iliminaba sus facciones.
- Jamás me limito, no le temo al destino.- afirmo con seguridad.
La doctora no se volteo, espero la continuacion del discurso.
Mientras Luisa se levantaba y le daba la espalda a Deimon este solto:
- O te quedas o te vas, elige el camino.
Mientras que con Luz se inclinaba sobre su amplio escritorio de roble.
- Vete.- suplico.
Se acerco despacio hacia la doctora, esta aun no le devolvia la mirada. Seguia absorta en el atardecer.
- Al fin eres dueña de tus sentimientos... - susurro a su espalda.
La doctora no se inmuto.
Deimon tomo la mano de Luisa, deteniendola.
- Pero si te quedas, yo te ofrezco hasta el cielo.
La joven apreto los dientes y miro con desprecio la mano que la sugetaba.
Deimon se sento sobre el escritorio sosteniendole la mira desafiante a Luz.
- Es tu decisión, dime en este momento.- pidio con su voz de terciopelo.
Gloria lo miro por encima del hombro cuando sintio sus dedos rozar su brazo.
- ... Tu me dices... - susurro.
Y como si el tiempo fuera uno solo, en el mismo yate, la voz del empresario repite las mismas palabras:
- Soy sincero