Otra noche sin sueño. Llevo más de una semana sin poder descansar. Siempre en alerta. Envuelto en una bruma de ensueño que no me termina de dormir, no me deja descansar, pero tampoco me deja vivir, no me deja avanzar. Es como estar en un eterno limbo. Noches anteriores me desvele porque así lo desee, sentía que ayudaba a mi amigo. Pero hasta el se dió cuenta que los desvelos no me traían nada de bueno. Mi humor cada vez era mas gris, mi alma cada vez más negra. Quisiera decir que fue por voluntad propia no querer descansar, pero en realidad no descanso desde hace mucho ya. Me tormenta mi cabeza, y mi alma.
¿Cuando podré descansar al fin en paz?
Me pregunto en esta séptima noche de dificultad para poder cerrar los ojos. Aun ya acostado, con las luces apagadas, el cuarto a oscuras mis ojos permanecen abierto. Sin distinguir si duermo o estoy en vigilia. El eterno limbo de la ensoñación. Mi perro está a mi lado haciéndome compañía, las últimas dos noches fue un espléndido consuelo de calor y quietud; pero hoy baja y sube la cama con bastante regularidad, al dormir a mi lado jadea, gruñe, tiembla, se agita, como si de un mal sueño estuviera preso. Baja y se calma en el piso, duerme unos minutos y se vuelve a subir. Las cuatro primeras veces lo tolere, pero le sujete la pata a la quinta vez, impidiendo que se lanzará de la cama. Ya lo había hecho otras noches atrás y funcionó. Al darse cuenta que soy yo el que le sugeta la pata y que no lo voy a dejar bajarse de la cama se vuelve a echar. Dos o tres veces se trató de bajar y mi mano firme pero medio dormida le impidió que volviera a saltar. Se echó por fin a mi lado. Definitivamente el no estaba tranquilo. Temblaba mucho dormido. Cuando al fin pensé que el sueño me cubrió con su manto. Que mi cuerpo se durmió y mi mente se apagó lo escucho.
Pasos.
La habitación que era negra como una cueva que ningún rayo de luz osa a interrumpir, ahora tenía un leve brillo amarillento que venía de la puerta entre abierta. Luz mortisea que se desparramaba por cada superficie de mi habitación. Primero fue el sonido inconfundible de los pies sobre la madera del piso, yendo de mi lado de la cama a la puerta, y luego de la puerta a mi lado de la cama. Ya no sentía a mi perro temblar; estaba completamente dormido, lo que me tranquilizaba. Pero luego de escuchar los pasos sentí la pesada presencia de un cuerpo. Lo ignore pensando que era mi imaginación o era el sonido que bajaba de mi vecino de arriba. Ya que vivo en un edificio y no es la primera vez que en la madrugada escucho pasos sobre la madera.
Pero está vez es diferente.
Cada minuto que pasa se vuelve más sólida la figura que se pasea de mi cama a la puerta. Mi perro ya no está agitado y mis piernas están dormidas. Si es una parálisis de sueño agradezco que mi cuerpo ya esté dormido ¡al fin! Mi mente es la que sigue despierta. Que fastidio. En mi interior siento como poco a poco me agito, el miedo va creciendo como una fuga de agua subterránea. Sube gota a gota con cada paso que está criatura da. No voy a esperar que el horror y el miedo emerjan por completo a la superficie de mi ser. Me costó mucho para que el cuerpo se durmiera; si llegara a emerger el cuerpo se despertaría y sabrá Dios cuando lo podría volver a dormir. Siete días sin dormir. No lo podía permitir.
Molesto y con la ira en mi corazón hablé de adentro hacia fuera: LARGO. Mi cuerpo también artículo las palabras con cólera. Temi que se despertara. La criatura se paralizó y corrió fuera de la habitación. Fue cuando sentí que mis piernas dormidas hormigueaban. La puta madre, había despertado el cuerpo con mi orden. Pero me figue que la luz amarillenta que venía de la puerta se iba apagando... ¿Se iba apagando? ¿De donde venía esa luz, en primer lugar? Mi puerta daba a la sala de estar, y el departamento era tan cerrado y sin ventana que muy rara vez cuando apagaba las luces algo que no fuera densa oscuridad se podría ver. Pero allí estaba. Luz mortesina que venía de una rejilla de ventilación de la sala. ¿Y como es que yo veía todo esto si según estaba dormido? Mi cuerpo estaba dormido...
Cerré los ojos a medida que la luz amarillenta se fue apagando. Volví a sentir la respiración de mi perro contra mi estómago; la calidez que su cuerpo emanaba me daba paz, mientras la oscuridad nos envolvió a los dos...
