- Hoy no, cariño. Viene mi hijo... - respondió Raúl aun escribiendo en su laptop sin siquiera mirarla.
- Esta bien... - susurro la chica levantándose de la cama y tomando sus cosas - Buenas noches, ya me voy a dormir.
- ¿Ya te vas a descansar? - soltó Raúl al darse cuenta que la chica ya estaba cruzando el umbral. - espera, despídete.
Raúl se giro sobre la silla y ella solo le beso la mejilla dándole un abrazos a medias. El la rodeo con ternura las caderas tratando de prolongar el abrazo. Alma se dio cuenta y suspiro. Dejo sus cosas sobre el escritorio para abrazarlo por completo. Allí, en ese circulo de seguridad y confianza que formaba ese unificado abrazo ambos sintieron que sus almas respiraban paz. Ella tenia la cabeza de el acunada en su pecho mientras se aferraba a su cadera. La paz pronto fue siendo quemada por la química de sus cuerpo, el reconocimiento de estos en la intimidad. Alma aparto de la cabeza de Raúl y la sostuvo entre sus manos. Sus ojos se encontraron uno al otro delatando lo que ninguno decía en voz alta.
Ella aparto la mirada al espeso cabello negro del Raúl y se entretuvo pasando sus dedos por el. Sabia que si seguía mirándolo a los ojos uno de los dos tomaría al otro con pasión. Debía evitar eso, por muchas razones de morales. El no soltó sus caderas pero tuvo la precaución de no hacer ningún movimiento que pudiera asustarla y alejarla.
- Estas haciendo las cosas bien. Sobre todo con tu hijo - susurro Alma mientras perdía la mirada en la manta de cabello negro.
- Eso intento... - murmuro Raúl sin apartar la mirada de la cara ensoñada de Alma - quiero que me vea trabajar y esforzarme. Para que el entienda que tiene que trabajar y esforzarse.
El rostro de Alma se ilumino con una sonrisa. Raúl por respeto contuvo sus impulsos de tomarla allí y ahora. Ambos eran conscientes del regazo libre de Raúl y el como le iría bien el que Alma se sentara sobre el.
- Pues fue una buena decisión hacer que se viniera a vivir contigo. El tenia una imagen de ti muy... inmadura.
Los ojos de Raúl se entristecieron al recordar todas las cosas horribles que su familia habría dicho de el y su separación de la madre de su hijo. Todas esas cosas que de seguro su hijo escucho. Mantuvo el abrazo en las caderas de su amiga. No quería dejarla ir. Pero también el sabia que no la podía retener. El tenia otra pareja y Alma solo era su amiga... Antes que el pudiera hacer algún movimiento Alma se aparto de el con cuidado. Sentía el deseo emerger entre sus piernas y no quería acabar como la otra vez.
- Ya me largo - bromeo con una sonrisa - buenas noches, Raúl.
- Buenas noches, Alma. Que descanses - Dijo el hombre mientras la veía cruzar el umbral.