Kyelie se encontraba sentada, mirando a la ventana. Sus ojos negros estaba húmedos y rojizos. Se llevó la mano al vientre y soltó un suspiro.
Lágrimas rodaron por su mejilla. Su cabello rubio estaba atado en dos trenzas que caían por sus hombros mientras los rayos del sol matutino le iluminaba el rostro.
El viento removía su flequillo y ella cerró los ojos unos momentos. Recordando palabras que no existían, que nunca existieron. Recordando la voz que jamás fue voz. El amor expresado que jamás fue amor.
Se sentía mareada por tantas emociones que ella jamás logró procesar sola.
De pronto sintió una mano en su hombro. Kyelie se estremeció. Alzó la mirada y vio a un hombre de lentes, cabello oscuro, ojos marrones, nariz pequeña, piel morena clara.
Kyelie sonrió.
- Hola, Luis - dijo ella.
Se secó las lágrimas. Llevó su mano al cabello del joven y lo acarició hasta terminar por despeinarlo aún más. Este río suavemente, sabía que esa era una forma de demostrar su cariño.
- ¿Llorando de nuevo por ella, él o lo que sea que haya sido? - dijo el hombre de lentes lo más dulce que pudo tratando de esconde su desprecio ese ser.
Se acomodó mejor sus gafas y Kyelie sólo sonrió.
- No puedo evitarlo… - respondió ella, las lágrimas salían solitas. Apretó los labios y le acomodó el cuello de la camisa como lo hacía con todos sus niños - Pero estaré bien.- añadió.
Luis sonrió de lado.
- Lo sé querida, tú eres de titanio.- dijo esta vez más dulcemente.
Se acercó a abrazarla fuerte. La puerta resonó con un par de golpes.
- ¿Interrumpo algo? — la voz de Noel retumbó por el área.
Ambos voltearon a verlo. El árabe yacía recargado en el umbral de la puerta, observándolos, miró de su madre al joven de lentes.
- Para nada, mi amor bello. ¿Ya te sientes mejor?- dijo Kyelie con una sonrisa suave y mirando a su hijo con todo el amor de madre que sentía.
Noel se acercó a ella y le besó las mano.
- Madre, buenos días.- dijo él.
Alzó entonces la mirada hacia el joven de lentes. Así Luis.
- Buen día, Luis. No creí verte por estos lares tan temprano.- manifestó Noel.
Su voz sonaba ronca, grave. Recién se levantaba. Usaba sólo un pants gris cómodo, estaba descalzo y toda la parte de arriba desnuda, sin playera. Sus músculos morenos resaltaban a través del recién cambiado vendaje que tenía en la zona del abdomen y vientre por completo. Aunque llevase ropa su cuero tonificado se vería a través de la tela.
Caminó hacia la cocina.
- Te prepararé el desayuno, madre… ¿Te quedas a desayunar, Luis?
Kyelie quiso decirle que no se preocupara por el desayuno, para que no se lastimara pero sabía cómo era su hijo. El moreno alzó su mirada y observó a Luis. De arriba abajo. Y se percató de un suave sonrojo.
- No gracias, Noel. Ya comí algo antes de venir.- respondió Luis con un tímida sonrisa.- Quería pasar a ver a tu madre… Y a ti, a Narcissa y a Nazareth.- dijo el hombre, acomodándose sus gafas y desviando la mirada hacia Kyelie.
Noel no le quitaba la mirada de encima.
- Hijo, iré a alimentar a los pajaritos en lo que preparas el desayuno. ¿Quieres venir, Luis?- preguntó la rubia con cariño.
Noel observó a Luis y el aludido pareció estar debatiendo entre irse o quedarse. Aunque Noel ya sabia la respuesta desde el principio y sólo se rio internamente mientras preparaba unos huevos.
- Voy contigo, Kyelie. Volvemos enseguida.- Dijo Luis con una media sonrisa.
- Claro, adelante.- Dijo Noel mientras añadía un poco de sal.
Cuando su madre y Luis salieron de la habitación. Noel observó directamente hacia donde anteriormente estaban ambos parados.
Sonrió.
- Los ojos profundos nunca mienten; el abismo te mira desde la inmensidad.- dijo con suavidad para sí mismo. Sus ojos avellanas parecían idos. Se llevó a los labios un poco de pan dulce que había preparado ayer por la noche. Sonrió nuevamente.- No-mienten, Luis.
Cuando Luis y su madre volvieron, ya el desayuno estaba servido. A su madre le había preparado panqueques dulces con nieve y chocolate. También algo de huevo revuelto con mantequilla y tocino frito, pan tostado y pan dulce con leche de fresas.
- Siéntate mamá.- dijo Noel.
Y aunque sonó suave, dentro de su voz maquillada se podía notar la orden directa. El joven de lentes lo noto enseguida y elevó una ceja, aún no se acostumbraba la forma dominante de Noel sobre todo.
Kyelie se sentó con una sonrisa mientras platicaba con Luis acerca de las aves.
- Las palomas suelen irse de los niditos a los 6 meses de haber nacido, pero últimamente llegan más y más y le dije a Nazareth y a Noel que construyamos algunos más. Últimamente las tormentas están muy fuertes y me preocupan los pequeños pajaritos.- expresó Kyelie.
Tomó a Luis de la mano y le hizo sentarse.
- Come algo, aunque sea un poco de Té dulce. Seguro te caerá bien para los nervios.- le guiño un ojo al joven.- Yo siempre tomo algo de te y me calma mucho. Hijo, sirvele a Luis algo de té.-dijo la rubia en tono dulce.
- Por supuesto, madre. Respondió el moreno.
Se acercó con la tetera y le sirvió a Luis una taza de té de azhar con miel. Enseguida él se sentó y comenzó a comer junto a su madre. Tomó algo de fruta y se sirvió café.
- Me alegra de haberlos encontrado despiertos.- dijo Luis con una sonrisa.
Noel no respondió, en cambio Kyelie sonrió con dulzura dijo:
- Dias anteriores teníamos mucho cansancio pero hoy al parecer las pilas se nos han recargado. Estamos felices de tenerte con nosotros, Luis. Luego de lo que pasó con Tina, realmente te agradezco que hayas ayudado a mi niña.- dijo ella, refiriéndose a aquella noche en la que ella y Jane habían salido a divertirse en el bar.
- No me agradezcas, Kyelie. Lo hice porque necesitaban ayuda. Jamás permitiría que algo malo le pasara a una mujer.- miro a Noel.- ni a un hombre... a nadie en realidad, porque algo tan injusto como eso, nadie lo merece.
Noel lo observó unos instantes y desvió la mirada hacia su fruta, seguía comiendo en silencio.
- Oh, iré a despertar a Nazareth, ese niño se despierta tan tarde; vengo rápido, mis niños.- dijo la mujer, limpiándose los labios con la servilleta.
Ella se puso de pie rápido y le dio un beso a Luis en la frente y otro a Noel en la cabeza. Salió de la cocina.
Noel soltó un suspiro.
- Es una mujer terca, al final de cuentas.- expresó el moreno.
- Si, y parece que eso no te agrada, ¿Cierto?.- expresó divertido el hombre de gafas.
Noel alzó la mirada y le dió un sorbo a su café.
- ¿Cuál es el punto de eso? Al final, dudo que importe si me agrada o no ese aspecto. Es mi madre, ¿No crees que los defectos salen sobrando si amas a alguien más?.- soltó.
Noel le sonrió. Miró los labios del joven y nuevamente observó como se sonrojaba el aludido, sabía que eso le incomodaba.
- ¿O será que eres de los que juzgan las virtudes y defectos ajenos?.- dijo con diversión.
Luis sonrió enseguida y ambos soltaron una carcajada. Sabían perfectamente que eso no era cierto. Pero sirvió para romper el hielo.
- ¿Por qué viniste, Luis? ¿Estabas preocupado por mi?.- dijo el moreno.
Luis rodó los ojos y se rió.
- Ya quisieras tu.- dijo el joven de lentes en modo divertido.
Noel sonrió y se llevó un poco de fruta a los labios. De pronto sintió un dolor muy fuerte en el abdomen. Empalideció por completo y sintió los ojos de Luis encima.
- ¿Estás bien?.- pregunto Luis.
- Sí, yo... Creo que el café está muy cargado. ¿Cómo te sientes tú? — evadió.
Luis lo miro molesto.
- Se que tienes algo. ¿Por qué no sólo me lo dices?.- soltó con acidez.
Noel lo observó unos segundos y soltó un suspiro. Se puso de pie.
- Ya no tengo hambre... Quédate al desayuno. Seguro mamá y tu tienen mucho de qué platicar.
Se puso de pie con dificultad, pues un mareo de pronto lo azotó. Sintió como Luis se apresuraba a ayudarlo pero Noel apretó los labios.
-... Luis.- dijo el moreno.
El de gafas se quedó mirándolo a los ojos. Sus miradas chocaron como dos tercas mulas, una marrón y otra avellana. Luis lo tenía sujetado por el codo con tanta delicadeza como firmeza. No se iba apartar.
Noel soltó un suspiro, y llevo su mano a la mejilla joven de lentes. Se acercó al oido de Luis y susurró:
- Gracias por venir, Luisa — sonrió divertido al ver ese tierno sonrojo en el rostro ajeno.
Noel se apartó y lo Luis dejó. Vio cómo el moreno caminaba fuera de la cocina. En su espalda desnuda se veían cicatrices viejas mezcladas con bordes de las nuevas. El joven soltó un suspiro de frustración. Salió tras Noel, pero no lo toco. El Moreno lo siento y suspiro.
- Te dije que te quedarás con mi mamá.- soltó con algo más de rudeza.
Luis caminaba muy despacio, algo no propio de él; tenía las manos entrelazadas a su espalda y mantenía la barbilla alta. Sonreía de lado mientras miraba a Noel caminar, aveces agarrado de la pared.
- Solo estoy haciendo tiempo antes que llegue Keylie.- desvío la mirada.- tranquiló, no te tocaré, quiero conservar mis dedos, gracias.
Los dos reprimieron una sonrisa. El hecho que Noel aunque fuera el más herido no le quitaba lo peligroso y la terquedad de no dejarse ayudar. Así Luis acompaña hasta la puerta del cuerpo del moreno. Al llegar Noel abrió la puerta y quedó en el umbral viendo la cara incómoda de Luis. Alzó una ceja divertido.
- ¿Y bien? ¿También me harás acostarme en la cama?.- bufo Noel.
- ¿Que soy? ¿Tu enfermero particular? Solo me aseguraba que no te rompieras la cabeza al camina.- sonrió de lado, aún se percibía el leve rubor, pero estaba más sereno.- hasta luego, psicopata.
Sonrió, se dió medía vuelta como un bailarín y camino por donde vino. Noel observó cómo la figura poco masculina se alejaba.