Esther había entrado en la habitación de descanso. Estaba harta de los pacientes y todavía le faltaba 3 horas para salir del turno de 24 horas. Miro a su colega acostado con los ojos cerrados, pero sin dormir. Paolo había respondido al llamado de las enfermeras 6 veces en lo que iba de madrugada. Ambos estaban exhaustos. El cabello rubio medio de Esther estaba atado en una coleta alta, su vestido pegado al cuerpo y su bata blanca la hacían ver pulcra. Pero ella se sentía desecha. Paolo trataba de no pensar en el cuerpo bien formado de ella, ya que lo que habían tenido entre ellos se acabó hacia un par de meses.
- Que guardia tan hijo de puta - suspiró cansado Paolo aún con los ojos cerrados.
- Y pensar que aún queda para salir - respondió Esther sacándose la bata.
El cansancio le ganó y su mirada quedó perdida en la entre pierna de Paolo. Tienen meses sin estar íntimamente por mutuo acuerdo, pero en ese momento particular Esther dejo de lado su parte racional y fantaseo con meterse el grueso miembro de Paolo en la boca. Tal fue la intensidad de su mirada que el doctor aparto el brazo que cubría sus ojos y la miro con signos de interrogantes grabados en su rostro.
- ¿Que pasa? - pregunto con una mezcla de preocupación y alerta.
Esther retiro la mirada del miembro dormido y la clavo en los ojos de Paolo.
- Que tengo ganas de chuparte el pene - soltó con fastidio.
Paolo parpadeo varias veces antes de comprender lo que acababa de decir Esther. Una risa cansada le iluminó el rostro.
- Ven acuéstat...
Esther no espero a oír la respuesta cuando ya estaba saliendo del cuarto.
- ¿A dónde vas? - exclamó con una mezcla de sorpresa y autoridad.
Esther sonrió mirándolo sobre su hombro sin dar un pasa atrás.
- Al baño.
Dicho esto cerró la puerta detrás de ella dejando a un Paolo desorientado. ¿Que acababa de pasar? ¿Ella le acaba de soltar tal declaración para dejarlo solo? Paolo se pudo analizar lo que su compañera le acaba de decir, y de solo pensar en ella metiéndose su pene en la boca y moviendo los testículos con la lengua su virilidad se endurecio, palpitando deseoso por salir de su pantalón. El ahora tenía novia, y vivían juntos; pero su virilidad ardía llenando su cuerpo de calor y alejándolo de tal recuerdo, para sumergirlo en otro donde la rubia gemía en su oído mientras la tenía desnuda contra la pared.
Esther se lavo la cara varias veces para aclarar las ideas. Podía hacerlo como no hacerlo. Se cuestiono lo licito de la situación a nivel moral... Pero su cuerpo, alma y ser le valía poco lo licito del acto. Suspiró y decidió dejar pasar la oportunidad. Se seco la cara y fue resignada a la habitación con su amigo. El estaba acostado boca arriba, con la sábana encima a pesar de que había calor.
- Ven, acuéstate. - la invitó con tono neutro.
Ella fue con la espalda recta y firme en su decisión de no tocarlo. Pero una vez siento el calor cercano de su cuerpo musculoso y su olor varonil ella se quejo.
- ¡Ay no! Así no puedo. - se fui media vuelta y casi que se bajaba de la cama- te tengo ganas.
El soltó una risa ronca por lo bajo antes de hablar.
- Bueno, entonces chúpamela.
Ella sorprendida se dió la vuelta rápido. Sus ojos les brillaron al instante pero para convencerse que no fue una alucinación pregunto:
- ¿Seguro?
- Si. - dicho esto se aparto la sabana y ella sin medir más palabras se inclino para ayudarle a bajar el pantalón.
Se llevó una placentera sorpresa cuando al exponer el miembro varonil este estaba completamente duro y erguido. Le pasó una vez el dorso de la lengua antes de meterlo por completo en su boca y disfrutar la textura de este en su paladar. Cerro los ojos saboreando cada centímetro de el. Paolo estaba quieto, pero no pasó mucho cuando él decidió acariciar la espalda de ella, para luego pasar a las caderas y levantarle el vestido. Esther deseo que fuera rudo y salvaje, pero entendió porque se contenía. En primer lugar no deberían estar haciendo esto. Ella sintió como los gruesos dedos de él se metían entre sus glúteos y empezaban acariciar su sexo. Ella se llevó los testículos a la boca, chupandolos y empapamdolos de saliva para distraerse de la corriente eléctrica de sus propios genitales. No sirvio de nada. El hambre que ella tenía iba en aumento y quería más. Más fuerte, más salvaje, más de el dentro de ella. Se sacado el palpitante miembro de la boca sin dejar de masturbarlo con la mano. El se molestó.
- Chupalo, tú eras la que lo quería chupar. - le reclamo con autoridad.
- Me quiero montar.- suplico ella con voz de niña mirándolo por encima de su hombro, estaba dispuesta hasta llorar.
Las pupilas de Paolo se dilataron aún más. Sentía ponerse más duro que ella le rogara así. Sabía que no podían hacer ruido, las paredes eran muy delgadas; y aunque dudo por un segundo término aceptando.
- Está bien, montante.
Esther sonrió triunfal, se paró rápidamente para quitarse la pantys antes que el cambiará de opinión. Sentía que si titubiaba aunque sea un segundo el diría que pararan. Se la quito a medias, se subió el vestido hasta la cintura y con un rápido moviendo se empaló el grueso miembro dentro de ella. Esther en serio quería romper a sentones la cama pero en su búsqueda por la discreción puso sus rodillas y pies en el borde de madera de la cama para hacer el menos ruido posible. Se empezó a mover sobre el saboreando como encajaba perfectamente el en ella. Quería más.
Puso sus manos de apoyo sobre su amplio pecho mientras daba sentones profundos pero no fuertes para que la cama no hiciera ruidos. Experimento un poco antes de dar con el movimento perfecto que hacía que su miembro le llegará hasta el fondo. El no se movió en todo el proceso, solo la sostuvo por las caderas también para evitar el ruido. Pero una vez que vio con Esther cerraba los ojos de placer y entre abría los labios para soltar silenciosos gemidos el le subió por completo el vestido, exponiendo sus firmes y redondos pechos. Esther abrió los ojos en protesta. Si hacía eso la iba a exitar más de lo que ya estaba y eso la podría hacer perder el control de sus gemidos.
- ¡Espera no... Ah!
Su queja llegó demasiado tarde, Paolo ya estaba devorando uno de los pezones mientras masajeaba el otro seno. Ella sintió como su cuerpo se contraía todo y dejo de saltar sobre el para poder ahogar sus gemidos. Paolo siento como su pene era apretado aún más y succionado por las fauseas húmedas de ella. Se llenó de orgullo al verla doblarse sobre si misma y aferrarse a el ahogando los gemidos. El tomo sus caderas y la hizo saltar de nuevo. Ella lo hizo por instinto pero su cuerpo convulsionaba de placer. Esther evitaba tener un orgasmo ahora. Sin mucho éxito apretó los muslos tratando de sentirlo pero Paolo lo siento vibrar, y eyaculo dentro de ella. Cosas que la volvía loca ya que sentía como las venas de su pene palpitaban dentro de ella en la eyaculación. Se quedo quita al fin sintiendo ambos orgasmos hasta caer rendida sobre su pecho. El también ahogo sus gemidos roncos.
Una vez consumado el acto ella se dejó caer a su lado respirando con dificultad. El se río divertido y dijo:
- Que terapéutico.
- Sin duda.
